Menos mal que alguien tuvo la ocurrencia de inventar la historia universal, pues qué mejor fuente que esa para aclarar que ningún proceso revolucionario llegó a prosperar sin antes quemar etapas
La política como oficio se ha desfasado tanto en estos últimos tiempos, que ya algunos de sus actores se exponen a que le digamos «que una cosa piensa el burro y otra quien lo monta». Y porque lamentablemente las guachafitas han allanado algunos espacios en las instituciones, es que también no faltan de esos que prefieren «drenar su arrechera» lanzándole piedras al gobierno, en vez de reconocer que no ha sido fácil administrar el poder en medio de tantas dificultades,que casi le arrugan las mochilas al más pintado.
Ciertamente ningún demócrata sensato, osaría impedir que Toby Valderrama y Antonio Aponte critiquen todo lo que se le venga en ganas, pero tampoco nadie está obligado a compartir sus particularísimos puntos de vista, que generalmente rayan en la exageración. ¿O no es así que funciona el llamado pluralismo en cualquiera de las modalidades de la democracia?
Y porque conocemos el monstruo por dentro, decimos que es muy cómodo ver los toros desde la barrera, o derrochar pólvora en zamuro buscándole la quinta pata al gato. Menos mal que alguien tuvo la ocurrencia de inventar la historia universal, pues qué mejor fuente que esa para aclarar que ningún proceso revolucionario llegó a prosperar sin antes quemar etapas. ¿Quién duda que el país todavía sufra resistiendo dolores de parto, mientras con paciencia heroica espera que se produzca el salto dialéctico al socialismo del siglo XXI? ¿O somos tan ingenuos para creer que desmontar el capitalismo sea cuestión de soplar y hacer botella?
Otra incongruencia de criticones de oficio, es desperdiciar tinta y papel diciendo que Maduro no es Chávez. Y nada más utópico y ridículo que pretender que Maduro sea un clon del padre de la criatura, como si la historia fuera un constante ir y venir en la misma dirección del monorriel.Y no conforme con esa sarta de disparates que buscan desmeritar al sucesor de Chávez, también ahora inventaron que Maduro sea responsable de que existan dos clases de chavistas, lo cual le hace el juego a la canalla cuando habla de boliburgueses y lumpen chavistas.
Y conscientes que una cosa piensa el burro y otra quien lo monta, los venezolanos entendimos que ahora sobre el coroto está un buen jinete, y que además sabe que mientras exista Estado, propiedad privada y sociedad dividida en clases, será imposible alcanzar la sociedad de iguales. Que lástima que Toby y Antonio no quieran reconocerle una sola cualidad buena a Maduro. Total, son los gajes del oficio de todo el que llega a Miraflores en calidad de inquilino.
Y porque el sillón presidencial sigue siendo el más apetecible de los bocados para la clase política, nada de extraño tendría que estemos frente a otro patético caso de la fábula del zorro y las uvas verdes. «Cosas veredes amigo Sancho, que harán fablar a las piedras», diría Don Quijote a su escudero.
Freddy Elías Kamel Eljuri