La edición pasada del visto espacio de Globovisiòn fue un ring de boxeo, donde las dos conductoras involucradas en el triste episodio en Microteatro, dieron su punto de vista sobre lo ocurrido, siendo peor el remedio que la enfermedad. Tanto José Manuel Suárez y Daniela Alvarado fueron contundentes en sus alegatos y dejaron clara su posición al respecto. Las dos horas que dura el programa no sirvieron para solucionar el conflicto. Dimes y diretes fueron el plato fuerte de un problema que pudo solucionarse de una mejor manera, dejando así, un ejemplo de humildad, tolerancia y madurez a la teleaudiencia, pero fue todo lo contrario. Los egos desacerbados, la prepotencia y falta de humildad de las llamadas licenciadas, impidieron fluyera la discusión, que en ocasiones se tornó una gallinera. Asumir las culpas con humildad y hasta con un toque de madurez, hubiese sido suficiente para dejar un precedente positivo, más cuando tanto se habla en ese espacio de tolerancia y respeto. ¡Me equivoqué!… ¡Soy un ser humano!…Qué palabra tan simple y cuanta contundencia y paso agigantado a la reconciliación encierra. Pero allí nunca se pronunció. Allì se negó todo, se buscaron excusas que hicieron que se enervaran los ánimos y Daniela y José Manuel se fueron del set, donde dejaron un ambiente de tensión, que no se pudo disimular ante las cámaras. Fueron momentos muy duros y lamentables, hasta el grado de sentir pena ajena por lo que allí se estaba viviendo. Los sentimientos encontrados se hicieron presentes, porque existe admiración y aprecio por los involucrados en el conflicto. Y es allí cuando uno se pregunta: ¿Había necesidad de llegar a esto? ¿Dé quién fue la idea de enfrentarlos públicamente sin una previa reunión entre las partes? ¿Qué se ganó con todo esto? ¡Definitivamente nada! La producción del programa puso en el escarnio público a sus animadoras, sus caras eran todo un poema triste y lamentable, a veces uno pedía que se las tragase la tierra o en el mejor de los casos se fuese la luz…
Como show, fue barato, pero show al fin, y basta leer los mensajes en las redes sociales, para darse cuenta de ello, pero éste no dejó nada claro, ni positivo y demostró que la falta de humildad y exceso de prepotencia, son un puente roto en la comunicación y en el entendimiento entre las partes en cualquier conflicto. Josè Manuel Suárez estuvo a la altura, nunca las irrespetó como mujeres, pero dejó clara contundencia de su conocimiento de lo que allí ocurrió y por eso su reclamo. Por otra parte, mientras que para muchos, la presencia de Daniela Alvarado se hizo extraña, pienso que su participación fue la más sensata y sirvió de mediadora en algunos momentos argüidos del debate, bueno, si eso se puede llamar así.
A pensar y analizar
Quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra. Todos cometemos errores y asumirlos nos hace grandes y nos da una visión más amplia de la vida y de todo lo que ella conlleva. No debemos sacrificar a nadie por errores que podemos cometer en cualquier momento. Pero lo importante es cuando sucedan, enmendarlos, asumirlos y levantarnos dignamente. Toda acción, trae una reacción, hagamos que esta sea siempre positiva y no sumemos más a las divisiones. Negar una verdad trae conflictos, subestimar la inteligencia del otro, trae molestias y más fácil es pedir disculpas, que hacernos las víctimas. Qué esto sirva de ejemplo y de precedente. Todo mi apoyo, porque errar es de humanos y rectificar de sabios…Ya vendrá el tiempo de rectificar… Aunque para una de las partes en conflicto, esto es capítulo cerrado. Lamentable ¿no? ¡Ya el tiempo hablará!
MUERDE AQUI EXPRESS ///@diegokapeky