El parlamento puede ser el lugar ideal para que convivan los más fieles al partido gubernamental con quienes comparten posiciones pero también señalan divergencias. De eso se trata la pluralidad
Mientras más se caldea y se intensifica el debate público sobre una corrección del rumbo que lleva Venezuela, más parecemos entramparnos en un problema sin solución. Y es que la desesperanza crece en muchos venezolanos de todas las tendencias políticas.
Desde el oficialismo surge una gran corriente autocrítica, que no está dispuesta a renunciar a sus postulados y creencias; pero que reconoce que en la práctica hay graves fallas de fondo en la ejecución del modelo que ellos mismos defendieron y propugnaron.
Del lado de quienes adversan al actual gobierno, existe un porcentaje importante de fatalismo, al reiterar su inconformidad con lo que sucede.
Justamente, por los matices que hay en esta inconformidad generalizada, nos atrevemos una vez más a apuntalar la opción de la Asamblea Nacional como una válvula de escape a lo que, al día de hoy, pareciera un juego trancado.
Y reiteramos, la percepción de callejón sin salida aparece en los dos extremos tanto como en los puntos intermedios del actual espectro político nacional. Y llevar agua para el molino del poder legislativo no es solamente oxigenante para la oposición, sino también para el mismo gobierno. En definitiva, para el país. Para ese espacio común que compartimos y que a nadie le interesa que se asfixie.
Quienes hoy ostentan posiciones de poder puro y duro en los más altos cargos del Ejecutivo nacional, tienen que estar hoy el hecho de que un solo matiz de rojo no es sano para nadie. La disidencia oficialista se ha expresado, y es algo que está muy lejos de ser un “salto de talanquera”, como lo despachan algunos, de manera simplista.
El parlamento puede ser el lugar ideal para que convivan los más fieles al partido gubernamental con quienes comparten posiciones pero también señalan divergencias. De eso se trata la pluralidad.
En cuanto a quienes desean un cambio de rumbo más acentuado, la diversidad de cargos de elección popular que ofrece un sistema democrático, es la forma de ir abriendo caminos a nuevos liderazgos que, en algún momento y más temprano que tarde, comenzarán a relevar a quienes hoy gobiernan.
El nuevo liderazgo existe, crece y empuja al escenario ya existente, como un cauce de agua que busca su camino. El mejor ejercicio ciudadano es apoyarlo y contribuir a que siga adelante, porque es ese proceso natural e indetenible el que nos llevará a una nueva etapa como nación.
Una vez más proponemos, por encima del pesimismo, de la inacción, de la crítica inmovilizadora. Quienes queremos una alternativa para Venezuela debemos anotarnos en un sendero de hechos consecutivos que construyan y que creen espacios, no solamente para hacer viable en ser una alternativa de poder, sino pare convivir en diálogo democrático con quienes no piensan igual que nosotros. Y ese espacio es la Asamblea Nacional.
David Uzcátegui