“Una razón para vivir puede ser al mismo tiempo una excelente justificación para morir”. Albert Camus
“¿Maestro, desgraciados los pueblos que no tienen héroes? No pupilo no; desgraciados los pueblos que los necesitan”.
Viene a mi memoria el diálogo que el dramaturgo alemán Bertolt Brecht presenta entre Galileo Galilei y su alumno Andrea, a propósito del crimen en curso en la Venezuela de esta aciaga temporalidad que llaman revolución. La víctima tiene varios nombres, Leopoldo, María Corina, Antonio perseguidos y centenares de compatriotas caídos en la lucha por la libertad y la democracia. Estudiantes, sindicalistas, amas de casa, profesionales y soldados perdieron su vida desde que se inició el asalto de la mediocridad y el resentimiento encabezado por Hugo Chávez Frías aquella madrugada del 4 de Febrero de 1992 y otros felones con él.
Llamaron revolución a la intentona que persiste en el afán de cambiar al país destruyéndolo todo. Y 16 años más tarde nos vemos incursos, arrastrados, forzados en un remolino que nos empuja hacia el pasado de odios, envidias, ambiciones, latrocinios, que caracterizó a esta patria maltrecha en los peores períodos de su historia. El caudillo demagogo saltó con el pueblo a cuestas por el acantilado de las ilusiones e irresponsablemente articuló una propuesta nacional de refundación basada en el bajo psiquismo popular ignorando, apartando los mejores valores que antes iluminaron las encrucijadas que la nación debió encarar. Prefiriendo su intuición a la ciencia, rodeado de alabarderos miopes, temerarios, desperdició la mejor oportunidad económica financiera que Venezuela conoció y como legado nos dejó, arruinados, ojerosos, pedigüeños, desconfiados, rencorosos, incapaces y en manos de la estulticia militaroide.
Todo el que lea estas notas debería admitir que Maduro es la continuación del fracaso que ya era Chávez que no notábamos porque la repartidera de recursos nos cegaba o corrompía a todos. Las misiones, e incluyo y destaco a la misión vivienda, han sido en realidad un festín baltasariano de dispendio y una estafa a la buena fe, a la ingenuidad y tal vez también al lado oscuro de las masas depauperadas a las que se les mostró el camino fácil, irregular, rocambolesco y frívolo como la justicia del gobierno de los pobres. El resultado es esta tragedia de criminalidad, escasez, pobreza, descomposición social y retroceso de la educación además de la fuga acelerada, de la descerebración de nuestros mejores talentos a cambio de cubanos, rusos o chinos que ahora dirigen al país comenzando con la otrora honorable FAN. Esto lo vemos todos y a diario y decirlo es simplemente repetir la verdad de lo que nos pasa. Callarlo es sirvergüenzura que ofende nuestra dignidad elemental y desfigura nuestra condición humana.
Alzar la voz y denunciar este fracaso convierte a Ledezma en conspirador y en héroe al mismo tiempo. Forjaran el expediente como lo hacen con Leopoldo López y los muchachos a los que han querido lisiar espiritualmente inventando cualquier cosa, prevalidos de una magistratura judicial abyecta dispuesta a colocar el garrote vil en el cuello de la disidencia y de la clase política gobernante más inescrupulosa de nuestro devenir. Traicionan y se ríen porque no disponen de la cualidad del discernimiento evacuados por la enajenación ideológica y la inopia moral absoluta.
Algunos como Ledezma defienden la verdad siguiendo a Unamuno para el que era preferible la verdad a la paz. Otros arrugan por miedo o por cálculo. Y los pobres que el chavismo manipula deben decidir si reaccionan y se alinean en la acera de enfrente, con la decencia, la inteligencia, la bondad y el coraje. Pregúntenle a su corazón y a sus conciencias. Y recuerden con Galileo, “Quien no sabe la verdad, es meramente un imbécil, pero quien la sabe y la llama mentira, ése es un criminal”
¡Honor a Ledezma y los héroes de esta hora!
Nelson Chitty La Roche
nchittylaroche@hotmail.com
@nchittylaroche