En Venezuela el subsidio a la gasolina se estima entre 7 y 12 mil millones de dólares al año, recursos que -en caso de obtenerse con un precio justo del combustible-, bien pueden destinarse a seguir saldando la deuda social con el pueblo venezolano, a través de más y mejores servicios públicos
Los argumentos a favor del aumento de la gasolina son infinitos y han sido expuestos, igual número de veces, en la palestra pública. Lo que no se ha agotado es la creatividad para expresar el absurdo que implica mantener en Venezuela el precio de la gasolina artificialmente bajo.
Lo más reciente que se me ocurre (quizás alguien pudo haberlo hecho antes) es utilizar -pero a la inversa-, la leyenda de Robin Hood, personaje que le quitaba a los ricos para darle a los pobres. Bueno, en nuestro país, sucede lo contrario al mantener los precios de la gasolina tan bajos. Se le quita a los pobres para darle a los ricos.
En el más reciente foro auspiciado por Últimas Noticias sobre este tema, el presidente de Datanálisis, José Antonio Gil Yepes dijo algo parecido: “Los pobres subsidian a quienes tienen vehículo”, algo que se corrobora con las cifras, presentadas en el mismo escenario, por el ministro de Transporte Terrestre, Haiman El Troudi.
De acuerdo a los datos presentados por el titular del MTT, el 76% del parque automotriz del país -que está conformado por vehículos particulares- consumen un 43 por ciento de la gasolina que en Venezuela, mientras que el 2 por ciento del parque automotor, que es transporte público, solo consume el 5% de la cantidad de gasolina gastada en el país.
Ahora bien, porqué los pobres subsidian a los ricos cuando la gasolina se vende a menos de un 10 centavos de bolívares. La respuesta a ésta interrogante la explica, con rigurosidad académica, Carlo Cottarelli, quien fue Director del Departamento de Finanzas Públicas del FMI.
“…los subsidios energéticos son costosos y por lo tanto impiden que el gasto público se destine a fines más útiles (educación o infraestructura, por ejemplo). Esto es cierto incluso en el caso de los productores de energía, ya que los ingresos públicos provenientes de la venta de petróleo en el mercado internacional, por ejemplo, podrían destinarse a fines más productivos que el subsidio del consumo de energía”, sostiene Cottarelli.
En Venezuela el subsidio a la gasolina se estima entre 7 y 12 mil millones de dólares al año, recursos que -en caso de obtenerse con un precio justo del combustible-, bien pueden destinarse a seguir saldando la deuda social con el pueblo venezolano, a través de más y mejores servicios públicos.
Por su parte, Gabriel Di Bella, Subjefe de División del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, también introduce argumentos empíricos sobre esta desviación: “La experiencia internacional destaca también que la racionalización de la política de subsidios tiene más probabilidad de éxito si se aplica de manera pragmática; es decir, reduciendo los subsidios generalizados de manera gradual, y acompañados de medidas de mitigación bien focalizadas en los grupos más vulnerables y afectados”.
Carlo Cottarelli también se refiere sobre las aberraciones que implica el subsidio de la energía en hogares apelando a un estudio del FMI que evidencia como “en los países de economías emergentes y de bajo ingreso, un 43% de los subsidios energéticos (preimpositivos) benefician al 20% más rico de la población”.
Miguel Pérez Abad