Era frecuente ver a Francisco García Escalero en la puerta de las iglesias en donde solía mendigar. Pedía ayuda al prójimo por el amor de Dios, sin embargo, se le demostraron 11 asesinatos de prójimos, todos ellos contra mendigos
Se trataba de un vagabundo. De carácter raro y taciturno, tuvo una educación deficiente. Acabó siendo un ser desgraciado, enfermizo y solitario que le gustaba pasar las noches entre las tumbas del cementerio y sentía predilección por las sepulturas recientes. Profanaba los cadáveres para gozar sexualmente con ellos y afirmaba sentir un placer excelso.
Tenía, además, impulsos suicidas y su cuerpo estaba lleno de cicatrices por las golpizas que su padre le había propinado en la infancia. Su nombre: Francisco García Escalero, mejor conocido como el asesino de mendigos, un homicida español que practicaba la necrofilia y el canibalismo.
Menesteroso peligroso
Francisco García Escalero nació en Madrid el 24 de mayo de 1954. Criado en una zona de humildes cabañas a 200 metros del Cementerio de la Almudena, demostró ser un niño reservado y solitario que le gustaba pasearse por los nichos de noche. También era característico de su personalidad su poca formación, pues apenas fue a la escuela y tenía una precaria salud.
En su juventud, se empezaron a notar los impulsos suicidas de Francisco García Escalero, pues se lanzaba a los carros para ser atropellado. Este comportamiento irritaba muchísimo a su padre, quién a menudo le correspondía con brutales palizas, por lo que tenía huellas de estos golpes por todo su cuerpo.
En 1970, García Escalero ingresa en el psiquiátrico. En ese ambiente empieza a realizar sus primeros delitos (pequeños hurtos) a la vez que exploraba casas abandonadas y espiaba a mujeres y parejas por la ventana mientras se masturbaba. Tres años después, sería ingresado en un reformatorio por robar una motocicleta.
Al salir del reformatorio, comete su primer delito de importancia: junto a unos amigos atraca a una pareja en las inmediaciones del cementerio de la Almudena. Violan a la joven en presencia de su novio, por lo que fue condenado a 12 años de cárcel. Durante esa temporada en la prisión, se cubre el cuerpo con tatuajes, algunos con frases tan significativas como: “Naciste para sufrir”.
Y comenzó a matar
Tras salir de la reclusión, se aficiona a la bebida y a la toma de pastillas, por lo que a veces muestra un comportamiento agresivo y muy violento. En el aspecto psiquiátrico, empieza a sufrir alucinaciones auditivas, una serie de voces que le piden que cometa nuevos crímenes y que profane cementerios. Estas alucinaciones provocaron la personalidad asesina de García Escalero.
Su primera víctima fue Paula Martínez, una prostituta toxicómana con la que contacta en la calle Capitán Haya de Madrid. En agosto de 1987, la chica aparece en las afueras de Madrid decapitada y calcinada. En lo sucesivo, incrementara la brutalidad de los crímenes y sus actitudes asesinas son cada vez más atroces.
García cose los cuerpos a cuchilladas por la espalda, les machaca el cráneo con piedras o los decapita sin más, a algunos les saca las vísceras o el corazón con una navaja (a veces incluso probando un bocado de estas partes mutiladas). Posteriormente, para borrar el rastro, quemaba lo que quedaba de los cadáveres y les cortaba las yemas de los dedos.
Atroces crímenes
Combinaba los asesinatos con actos de necrofilia, profanando las tumbas de los cementerios. De vez en cuando, saltaba las tapias del cementerio de la Almudena y rompía algún nicho, sacaba los cuerpos de la fosa y abusaba de ellos sexualmente.
Los asesinatos de García seguirían sucediendo. En marzo de 1989, un mendigo llamado Ángel, aparece semidecapitado y con las yemas de los dedos amputadas. Dos meses después, en mayo, un indigente de 65 años de nombre Julio, aparece con el cuerpo cosido a puñaladas, el pene amputado y su cuerpo carbonizado. Sus siguientes cinco víctimas aparecen también mutiladas, quemadas y decapitadas.
La investigación criminal no encuentra solución a este macabro rompecabezas hasta que pasados siete años desde el primer crimen, la policía se pone en alerta cuando Francisco y su amigo y compañero de correrías, Víctor Luis Criado, se fugan juntos del hospital psiquiátrico Alonso Vega de Madrid y 48 horas más tarde, Víctor aparece muerto con el cráneo hundido y quemado entre papeles y mantas en la tapia de la iglesia de Los Sagrados Corazones.
Pidió que lo detuvieran
Después de cinco años cometiendo asesinatos, las voces internas del sujeto lo incitan a suicidarse y García Escalero se lanza delante de un carro, pero sólo se fractura una pierna. Una vez en el hospital, confiesa sus crímenes a las enfermeras y les suplica que le detengan porque no quería seguir matando.
Escalero es detenido por la policía y confiesa: “Compré bastante vino y él también bebió. Recuerdo que le di con una piedra en la cabeza y… luego lo quemé…”. Fue juzgado en febrero de 1995 y el informe de todos los forenses coincidió en que su peligrosidad continuaba, pero no era responsable de sus actos, por lo que fue absuelto por enajenación mental, producto de su alcoholismo crónico y su esquizofrenia.
Pasó a la prisión de Fontcalent donde los trabajadores siempre dijeron que tenía un trato amable y nunca volvió a mostrarse violento. Francisco García Escaleno muere en la Fontcalent después de ir a un reservado de la sala común de la prisión con una ciruela. Tras la autopsia, no se pudo determinar si fue un paro cardíaco o un atragantamiento.
Profanaba tumbas
con fines sexuales
La sexualidad atormentada de Francisco García Escalero está detrás de muchas de sus agresiones. Era demasiado tímido y sólo lograba saciar sus apetitos con el cuerpo de los muertos, que le fascinaban. La policía lo había devuelto varias veces al Psiquiátrico Provincial tras descubrirlo profanando tumbas y en una ocasión lo encontraron masturbándose frente a tres cuerpos
Edda Pujadas
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