La popularidad de la mandataria cayó 19 puntos en febrero, a 23%, y la presidenta enfrenta una situación complicada en varios frentes
Más de 350.000 manifestantes en su mayoría vestidos de verde y amarillo, protestaron este domingo pacíficamente en todo el país contra la presidenta Dilma Rousseff, que enfrenta un complejo panorama económico y también político debido al escándalo de corrupción en Petrobras.
Unas 358.000 personas según la policía y 456.000 según organizadores marcharon en 59 ciudades brasileñas en las mayores protestas contra el gobierno desde junio de 2013, cuando más de un millón de personas salieron a las calles para pedir el fin de la corrupción y más gastos en salud y educación, en vez de en la Copa del Mundo.
Varios de los manifestantes reclamaron este domingo el «impeachment» (destitución) de la presidenta, que comenzó su segundo mandato hace menos de tres meses tras ser reelecta en octubre por un margen de apenas 3%.
Y muchos pidieron incluso una intervención militar que ponga fin a más de 12 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), una paradoja en este día en que se cumplen justamente 30 años del retorno de la democracia a Brasil luego de una larga dictadura militar que comenzó en 1964 y terminó en 1985.
Las protestas son mayores que las convocadas el viernes en apoyo de Rousseff y Petrobras por sindicatos y movimientos sociales afines al PT, que convocaron a 175.000 personas según los organizadores y 33.000 según la policía. Pero de todos modos, 350.000 personas representan apenas un 0,175% de la gigante población de Brasil, de 200 millones de habitantes.
Hartos de la corrupción
Entre 45.000 y 50.000 personas marcharon hacia el Congreso en Brasilia, según cálculos de la policía.
Entre ellos se encontraba el empresario de la construcción Alessandro Braga, de 37 años, acompañado de su esposa y de su hijo en un carrito. «Apoyo la salida de Dilma. Los mayores escándalos de corrupción ocurrieron durante su gobierno y no dijo nada», sostuvo.
El hartazgo de la corrupción parece ser la amalgama de muchos manifestantes que reclaman desde un golpe militar hasta la protección del Acuífero Guaraní, mientras marchan en familia, se sacan «selfies» sin parar con sus teléfonos inteligentes y compran agua de coco o gafas de sol a vendedores ambulantes.
¿»Intervención militar
constitucional»? …
La avenida frente a la famosa playa de Copacabana en Río de Janeiro fue colmada durante varias cuadras en este domingo soleado por unas 15.000 personas -según la policía- que coreaban «¡Fuera Dilma, fuera PT!», y que como en muchas ciudades del país cantaron el himno nacional. Rita Souza, una productora televisiva de 50 años, lleva una pancarta que dice «Intervención militar ya». «No estoy pidiendo un golpe [de Estado], sino una intervención constitucional para llamar a nuevas elecciones limpias, sin urna electrónica, sin la manipulación del PT. ¡Que se vayan todos para Cuba!», dijo a la AFP.
Varios politólogos brasileños se vieron obligados a explicar en los últimos días en la prensa local que es imposible tener una «intervención militar constitucional».
Laura Bonilla / AFP