Un padre de Florida ha acogido este viernes con satisfacción la condena a 25 años de prisión impuesta a un joven de 18 años que abusó sexualmente de su hijo de 11 años de edad. Ha trascendido la fotografía de cómo quedó el agresor tras ser sorprendido por el padre del menor.
El agresor es Raymond Frolander, de 18 años, condenado por un delito de abuso sexual indecente y lascivo contra un menor de 12 años, un delito por el que podría haber sido condenado hasta a cadena perpetua. Frolander ha aceptado los cargos, por lo que la jueza Leah Case le ha condenado 25 años de prisión y a su inclusión en la lista de agresores sexuales y vigilancia electrónica de por vida, informa el periódico local ‘The Daytona Beach News-Journal‘.
Frolander lleva en prisión desde el 18 de julio del año pasado, día en el que fue sorprendido por el padre de la víctima. Tras reducir al agresor, el propio padre llamó al teléfono de emergencias para pedir que acudiera la Policía.
«Entré y vi a un hombre abusando (…) y lo tengo aquí, en un charco de sangre para usted, agente», dijo el hombre a través del teléfono a uno de los agentes del sheriff del condado. Cuando el agente le preguntó si había utilizado algún arma, el padre respondió «mis pies y mis puños».
El padre y otros familiares de la víctima han asistido a la lectura de la sentencia y tras la misma, éste ha mostrado su satisfacción. «Durante los próximos 25 años va a aprender por qué le dejé vivo. No me puedo permitir pagaros todas esas cámaras, así que apartáos», ha declarado ante la prensa antes de marcharse. No se ha presentado ningún cargo contra el padre.
La abuela sí ha hablado con los medios. «Se ha acabado. Quería justicia para nuestro nieto. Eso era lo importante», ha declarado. Además, ha explicado que el niño ya no está en esa zona y que sigue sus estudios de sexto y ha revelado que el agresor era conocido de la familia. «Estoy dolida porque era familia. Era como de nuestra familia y duele que haya hecho esto», ha concluido.
La familia, ha relatado, ha aceptado el acuerdo de culpabilidad para que el niño no tuviera que sufrir el proceso legal ni testificar en un juicio.