Poetas, músicos y activistas ocuparon una sala vacía en un centro comercial de Kabul para rendir homenaje a la vida breve y la muerte violenta de una mujer que se ha convertido en símbolo de la lucha por la justicia y los derechos de la mujer, en un país que tradicionalmente eleva al rango de iconos nacionales a los señores de la guerra y los héroes del campo de batalla.
El nombre de Farjunda, una mujer de 27 años, fue muerta a golpes por una turba frenética aparentemente porque creían que ella había quemado un Corán, se ha vuelto una consigna para los afganos que esperan que el incidente provoque cambios profundos en Afganistán.
Los activistas dicen que el poder de la jerarquía religiosa está siendo cuestionado por primera vez en la historia moderna de Afganistán.
La opinión pública ha obligado a jerarcas religiosos y políticos conservadores a ofrecer disculpas por tratar de justificar la muerte de Farjunda. Al menos un funcionario fue destituido por decir que la mujer hubiera merecido esa muerte brutal si en verdad hubiera quemado el libro sagrado del islam.
AP