NUEVA YORK (Reuters Health) – Muchos años después de un parto, las mujeres que tuvieron un bebé por vía vaginal tendrían músculos pélvicos más débiles que aquellas que tuvieron una cesárea, aunque eso no significa que tendrán problemas de salud.
«Ignoramos el significado de la debilidad de los músculos pélvicos», aseguró la doctora Victoria Handa, coautora de un nuevo estudio y profesora de la Facultad de Medicina de Johns Hopkins, en Baltimore.
«Lo que nos dice el estudio es que existen algunas diferencias en la resistencia de los músculos pélvicos a los cinco o 10 años del parto según la vía utilizada. Pero lo que no sabemos es si esas diferencias se traducen en un aumento del riesgo de trastornos femeninos», agregó.
Handa explicó que el parto influye en la aparición de problemas pélvicos futuros, como la incontinencia y el prolapso de los órganos urinarios.
Con su equipo evaluó la resistencia muscular de 666 mujeres que habían tenido a su primer hijo entre cinco y 10 años antes.
Las mujeres tenían que tensar los músculos del piso pélvico mientras los investigadores les colocaban una sonda por la vagina para determinar la temperatura máxima de la tensión y la duración de la compresión.
La sonda contenía agua y los valores de lectura dependían de la cantidad de líquido que desplazaba la compresión muscular.
Las 362 mujeres que habían tenido un parto por cesárea podían comprimir la sonda unos 39 centímetros (cm), mientras que las 255 mujeres que habían tenido un parto vaginal alcanzaron unos 29 cm y las 49 mujeres que habían tenido un parto vaginal con fórceps no superaron los 17 cm.
«Al utilizar fórceps, se están estirando o alterando los músculos pélvicos mucho más que en un parto natural (sin fórceps) o por cesárea», lo que explicaría los resultados, según interpretó Lisa Kane Low, profesora de la Facultad de Enfermería de la University of Michigan, quien no participó del estudio.
Los resultados publicados en la revista Obstetrics & Gynecology no prueban que el tipo de parto determina las diferencias en la resistencia de los músculos pélvicos femeninos.
Aunque esas diferencias existieron entre los tres grupos estudiados, «no observamos que puedan explicar (el aumento del riesgo de desarrollar) los trastornos del piso pélvico» en las mujeres con partos vaginales, según indicó Handa.
En el grupo de mujeres que habían tenido partos vaginales, aquellas con algún trastorno del piso pélvico tenían músculos más debilitados que el resto, pero eso no se observó en el grupo con partos por cesárea.
«Los resultados cuestionan si el mecanismo de aparición de los trastornos del piso pélvico variaría después de un parto vaginal o por cesárea», dijo la coautora.