Antes los hombres dominaban a las mujeres porque ellos eran los proveedores del hogar. Ahora este panorama es diferente. Las féminas no buscan machos que las mantengan. Ellas quieren simplemente un compañero sentimental. Esto les causa confusión a muchos hombres, porque ya no pueden establecer una relación de dominación, sino de igualdad
Cuando algunos elementos identifican a las mujeres mientras que otros a los hombres, es indiscutible que existen diferencias de género sexual. Sin embargo, tal como se ha querido ver por mucho tiempo, no hay gran abismo para decir que son irreconciliables.
Las emociones y la intuición se atribuían a la mujer, el pensamiento y la acción aparecían como funciones propias del hombre, además de que la raíz de las diferencias parte de la misma definición del DRAE: lo femenino se asocia a lo débil o endeble, y lo masculino a lo varonil y enérgico.
El asunto se complica cuando, al buscar y obtener la preciada independencia, las mujeres han dado un paso trascendental que no ha sido asimilado del todo por algunos hombres. Por eso, ellos pueden estar viviendo una crisis de identidad que los lleva a pasar por momentos de incertidumbre, temor o inseguridad frente a cómo actuar en el momento actual para conservar a sus mujeres.
1. El mundo masculino
Los hombres tienen un modelo de sus padres y de sus abuelos que, en el presente, le está creando crisis de identidad, pues no saben cómo actuar con las mujeres que lo rodean para ser exitosos en el amor y en las relaciones en una sociedad como la actual, en la que la figura femenina comparte con ellos protagonismo a diferencia del pasado cuando lo masculino anulaba o desestimaba lo femenino.
Por lo anterior, aquello de contener las emociones, los lleva a tener relaciones sentimentales frustradas, en las que no son capaces de resolver problemas por negarse a comunicar sus sentimientos, y menos aún a llegar a acuerdos con sus compañeras.
A pesar de lo anterior, ser demasiado expresivos contrasta arduamente con el comportamiento que tenían los progenitores y abuelos de esta nueva generación masculina, que debe dar un cambio trascendental para cumplir con las metas recientes que la sociedad actual les impone, como tener una relación conyugal duradera y llevarse bien con mujeres cercanas, madre, hermanas, amigas y pareja.
Asimismo, como muchos hombres han sido educados para reprimir lo que sienten, a ello les cuesta expresar sus afectos. A esto se suma que la expresión de las emociones, la asocian al lado femenino, en concreto, lo ven como un asunto de mujeres, mientras que el lado masculino se asocia a lo viril, a la conquista, a la lucha de poderes; y a ser un macho reproductor.
De ahí que los hombres deban ser fuertes, impenetrables, en fin, todo lo que les permita mantener una actitud dominante que en el presente les causa más problemas que ventajas cuando se relacionan con mujeres.
2. Un lenguaje también masculino
De igual manera, los varones tienen un lenguaje diferente a las féminas. Por algo a las mujeres recién nacidas, se les viste con prendas de color rosado, y a ellos de azul. Justo ahí, comienza un largo camino que los aparta: el rosa lleva a la manifestación de las emociones y el azul al control de las mismas. Ellos privilegian la acción sobre las emociones, las actividades inmediatas sobre las relaciones.
En cambio, las féminas tienen una manera de comunicarse en que priva lo abstracto y lo afectivo, las relaciones humanas, lo psicológico, en general, ellas están más dispuestas a comunicar sus emociones y hablar de sí mismas que los varones. Por eso es que, con más facilidad, puedan compartir las intimidades y sentimientos con sus amigas, en busca de apoyo o solidaridad.
En definitiva, todo aquello que ellos traen de atrás, heredado de sus padres y abuelos, que los hombres no pueden decir o hacer porque no es masculino –o los hace verse débiles ante los demás hombres- está negado para muchos varones que temen ser sancionados o ser objeto de burla de otros hombres.
3. De la dominación a la igualdad
Antes los hombres dominaban a las mujeres porque ellos eran los proveedores del hogar. Ahora este panorama es diferente. Las féminas no buscan machos que las mantengan. Ellas quieren simplemente un compañero sentimental. Esto les causa confusión a muchos hombres, porque ya no pueden establecer una relación de dominación, sino de igualdad, en que cada uno tenga un rol y lo cumpla satisfactoriamente, en un clima de respeto mutuo y solidaridad.
Por dar un ejemplo, en el presente, las mujeres no toleran la infidelidad por aquello de que todos los hombres son infieles por naturaleza, así que lo que se vivía en el pasado; de si se dependía económicamente de ellos, se soportaban situaciones en las que no existía respeto mutuo, más que un tiempo que remita al pasado es el pretérito mismo.
Por consiguiente, ellos deben aprender a comunicar sus emociones, apoyar sus compañeras, cuidar la relación sentimental y cultivar el amor que ambos se devengan, para que, de ese modo, la relación se sustente en la igualdad, en un nexo en que ambos se apoyen y aporten de manera equitativa en ese vínculo que tendrá determinado grado de durabilidad, según cuanto cada uno pueda hacer en proporciones equitativas.
Por otro lado, prueba de que algunos hombres no han asimilado que ahora la mujer comparte espacio con ellos, los lleva a la violencia de género, en cualquiera de sus manifestaciones, sicológica, verbal y física, en diversos escenarios: el laboral, el hogar y la calle. Cuando no consiguen el protagonismo al que aspiran, buscan medidas de sometimiento y de coacción, a través de la amenaza, la discriminación y el menosprecio, entre otras formas de sumisión.
Los hombres cambian para bien:
*** En el presente, en una relación conyugal, ninguno puede dominar sobre el otro, más bien los dos deben aportar en todos los sentidos, y no sólo en el material para hacer de la igualdad un rol compartido y no una imposición sin sentido.
*** Lo anterior obliga a los hombres a comunicar más sus emociones, a hablar para resolver; a decir y a actuar al mismo tiempo, porque, en definitiva, la intuición y sensibilidad son cualidades o estados que una vez que se desarrollan van más allá del género sexual, de lo femenino y de lo masculino
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas