Impulsados por el enojo tras un escándalo de corrupción que ha salpicado a políticos del Partido del Trabajo (PT), el de Rousseff, los manifestantes, vestidos con los colores de la bandera brasileña –verde y amarillo- gritaban “Fuera Dilma” y “Tiempo de cambio”.
La policía estima que unos 275,000 manifestantes marcharon en Sao Paulo.
Fue el segundo día de manifestaciones contra el gobierno en todo el país en menos de un mes. Y los manifestantes prometieron que no sería la última.
Hay una serie de cuestiones en juego. La principal: una investigación sobre un esquema de sobornos de millones de dólares en la petrolera estatal Petrobras.
La mayoría de los políticos acusados en la investigación pertenecen al PT. Y durante muchos de los años que la supuesta corrupción tuvo lugar, Rousseff fue la presidenta de Petrobras, aunque no ha habido ninguna prueba de que estaba involucrada en el esquema, y sus partidarios dicen que la posición es solo una figura decorativa.
La presidenta ha defendido el derecho de los brasileños a protestar y ha reconocido la necesidad de limpiar la corrupción en Petrobras, pero ha negado que tuviera algún conocimiento sobre el esquema de sobornos.
Rousseff fue reelegida por poco más del 50% de los votos en octubre, pero su índice de aprobación se desplomó al 13% después de las protestas, que empezaron el pasado mes.
“Muchas cosas han cambiado desde la elección”, dijo Janaina, una manifestante en Sao Paulo, destacando que mucha gente que votó por Rousseff estaba entre la multitud que protestaba.