“Ave, Caesar, murituri te salutan” (Salve, César los que van a morir te saludan) Vida de los doce césares-Suetonio.
Cesáreo José Espinal Vásquez—cjev@cantv.net
El cesarismo es acuñada especialmente en el mundo de la política y en el ejercicio del abuso del poder, proviene de “imperator” de los césares romano, al saludo que obligaban a los delincuentes a morir en batalla contra gladiadores para diversión del “César”, quien recibía complacido sus saludos “Salve, César los que van a morir te saludan”. Emperador, jefe y dueño de la vida y de la muerte.
Esta modalidad imperial ha pasado a la historia y se ha amalgamado en el militarismo, el caudillismo, dictadura y tiranía, en el llamado “gendarme necesario” a lo Laureano Vallenilla Lanz. En nuestro país, en todos los tiempos desde el primer grito de independencia, no ha escapado de esta pretensión de convertirse en el “César” en todos los gobiernos, aún el Libertador Simón Bolívar, con el proyecto de Constitución de Bolivia en 1826, se olvidó del Congreso de Angostura en 1819, sobre la alternabilidad del poder político y propuso la Presidencia vitalicia para su persona con derecho a designar su sucesor, causando la antipatía de la Gran Colombia y vino la separación con el General José Antonio Páez, quien también cayó en el “cesarismo” y así siguió nuestra vida política con la guerra de la federación, la peleas entre caudillos, los Monagas, el General Gómez, por más de 30 años, el General Marcos Pérez Jiménez y no se escapa nadie.
Al parecer la silla presidencial tiene “pegón” como decíamos la muchachada de mi pueblo, Carúpano, cuando alguien no quería soltar algo. Todos los presidentes de una forma u otra, quieren más y más tiempo en el poder, pero no solo los jefes del Ejecutivo Nacional, sino los gobernadores, alcaldes y todos el que tenga poder, designados o por elecciones, aunque sea de comisario de pueblo o de barrio.
Este cesarismo en nuestro país, ha llegado al extremo, que aún algunos jefes de oficinas, inspectores y policías, son dueños absolutos de su parcela de gobierno, que llegan hasta decir, “la ley lo dice, pero yo la interpreto y la hago cumplir a mi manera”. Es lamentable. Creo que para los altos cargos no debe existir reelección inmediata porque se le pone en las manos al “César” como gendarme necesario, el derecho a la corrupción para continuar en el poder. Hemos visto como los presidentes Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, sus segundas elecciones dejaron mucho que decir, uno por tener “vocación de historia” y el otro, destruyendo su propio partido.
El mesianismo, es decir, el “bienvenido ungido por Dios”, debe desaparecer en Venezuela, dándoles los méritos que se merecen, pero también, que los errores cometidos sean ejemplos para que no se continúen con los nuevos gobernantes y sea siempre el ejercicio del poder, en beneficio del país y no para la gloria terrenal y celestial del “César”.