Además de la baja en las ventas de los negocios adyacentes al lugar del siniestro, quienes hacen vida en la zona aseguran que se registró un repunte en los índices de delincuencia desde el cese de actividades de la fábrica de cosméticos
Están por cumplirse cuatro años del incendio que acabó con casi todo el edificio de la fabrica de cosméticos Revlon Overseas, ubicado en la Avenida Sanatorio de Boleíta Norte del Municipio Sucre del estado Miranda, y desde entonces no se han concluido los trabajos para limpiar el lugar del siniestro (que contiene materiales químicos peligrosos debido a la actividad industrial que en ella se realizaba), ni las obras de demolición de la estructura, cuya integridad se ha visto comprometida en un 100% a consecuencia del fuego.
Pero como si los riesgos no fuesen suficientes, otra de las consecuencias del siniestro tienen que ver con la actividad económica en la zona, la cual sufrió una sensible merma tras el referido hecho en esta zona de Boleíta Norte.
“Esa era tronco de empresa, allí trabajaban no menos de 300 personas, y en su mayoría eran mujeres jóvenes, estudiantes, madres solteras. Desde que la Revlon dejó de operar aquí bajaron mucho las ventas”, dijo César Sandoval, encargado de un puesto de comida de la Avenida Sanatorio. “No sabemos qué harán con ese terreno, ¿quién sabe para qué lo usarán? ¿derribarán el edificio o reconstruirán otro? Ya van cuatro años del incendio y todavía no sabemos nada”, refirió Sandoval.
Asimismo, residentes de la zona consultados por La Voz manifestaron su preocupación por el futuro del terreno, una vez concluya la causa penal y la Medida Precautelativa Ambiental que pesa sobre el lugar del siniestro.
“Hasta ahora no hemos tenido problema, pero no sabemos qué pueda pasar cuando por fin terminen de demoler el edificio”, dijo Leonor Choez, comerciante de la zona. “He oído que podrían construir un urbanismo de Misión Vivienda y no sé hasta que punto eso podría afectar la zona”.
Consecuencias
“Cuando se quemó la Revlon, al lugar se metieron unos recojelatas para ver qué chatarra se podían llevar, pero gracias a Dios no pasó a mayores y hasta ahora no han invadido el terreno aunque ha habido intentos, pero menos mal que ahora tienen más vigilantes en el lugar para impedir que eso pase”, agregó Sandoval. “Lo que sí ha pasado es que ha aumentado la inseguridad desde entonces: Antes las empresa trabajaban todos los días, pero desde que se quemó, los fines de semana y la noche esta avenida se pone muy sola, parece un desierto, lo que aprovechan los malandros porque de paso el patrullaje policial es escaso. Antes abría los domingos, pero ahora es demasiado peligroso, ya a las tres de la tarde estoy cerrando”.
Según refieren los habitantes de los alrededores de las ruinas del edificio de la Revlon, desde hace un par de años la delincuencia se ha venido incrementando en el sector, siendo el modus operandis más frecuente de los antisociales, el transportarse en motos “peinando” la zona, amparados por la ausencia de efectivos policiales, para luego interceptar a los transeúntes a punta de pistola para despojarlos de sus pertenencias.
Luís Guillermo Valera | lvalera@diariolavoz.net
Fotógrafo: Giovanni Martínez