Estamos ante una de esas situaciones que debe convocar al país entero, sin distinción de color político alguno, ya que los infortunados occisos pertenecen a los más diversos cuerpos de seguridad, adscritos a cuerpos que pertenecen a gobernaciones, alcaldías y al gobierno central
El reiterado asesinato de policías que viene ocurriendo de un tiempo a esta parte en nuestro país y que aumenta exponencialmente y en cantidades inquietantes, es un tema de opinión pública nacional que ha trascendido fronteras.
La cifra de funcionarios asesinados ya toca los cincuenta en lo que va de este año 2015 y entre los motivos fútiles que mueven tan condenable acciones están el robo de sus armas de reglamento y el prestigio que gana en su entorno un delincuente al asesinar a un policía. Ambos móviles nos hablan de situaciones que deben alertar a la sociedad, ante una descomposición de valores que debe ser atajada y revertida a la brevedad, por el bien de todos los venezolanos.
A ello se agrega que también aumentan las casos de muerte de uniformados en procedimientos, así como las sucedidas por robos comunes, sumando a los riesgos inherentes de su profesión, los nuevos móviles anteriormente señalados.
Estamos ante una de esas situaciones que debe convocar al país entero, sin distinción de color político alguno, ya que los infortunados occisos pertenecen a los más diversos cuerpos de seguridad, adscritos a cuerpos que pertenecen a gobernaciones, alcaldías y al gobierno central. Con la muerte no cabe hacer distinciones de matices políticos, y en un caso como el que nos ocupa, mucho menos.
El año pasado fueron asesinados 132 policías en Caracas y 150 en todo el país, según cifras oficiales. En promedio, ha sido un policía cada tres días y medio en los últimos tres años. Y La cifra de 2014 aumentó en un 32% respecto a 2013. Las cifras también muestran que el cuerpo que ha perdido mayor cantidad de oficiales ha sido la Policía Nacional Bolivariana. Y según el canal de noticias NTN 24, al 57% de los efectivos los asesinaron para quitarles su arma de reglamento.
Lamentablemente las proyecciones amenazan con superar estas estadísticas para el año en curso, por lo cual toda la sociedad venezolana debería movilizarse como un solo hombre en solidaridad con nuestros uniformados.
El llamado a hacer algo respecto a tan lamentable situación parte de los mismos cuerpos policiales y de los familiares de los asesinados, quienes han dejado viudas, huérfanos, hogares incompletos y parientes adoloridos.
Por su parte, el ministro para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz, mayor general Gustavo González López, aseguró tener pruebas de que el reiterado asesinato de policías forma parte de un plan desestabilizador, emitiéndose así una posición desde el gobierno central respecto a este caso que ha sensibilizado a la ciudadanía.
El diputado Eduardo Piñate reiteró las aseveraciones de González López, mientras los medios de comunicación reprodujeron las declaraciones de Freddy Bernal, Presidente de la Comisión Presidencial para el Sistema Policial, quien aseguró que “Cuando se asesina a un policía, se pisotea la Constitución” y agregó que estos condenables crímenes buscan desmoralizar a los cuerpos de seguridad. Cabe la observación de que hay que poner la lupa sobre las declaraciones de Bernal, quien fuera policía y por ello está inclinado a poner especial atención a tan doloroso asunto.
Desde esta tribuna hemos abogado reiteradamente por el Plan Desarme, loable iniciativa gubernamental con la cual nadie puede estar en desacuerdo y que muy por el contrario, hemos solicitado afinar y agilizar, con el fin de salvar vidas y ahorrar sangre y dolor a nuestra ciudadanía. Esta propuesta ha arrojado resultados en lo cualitativo; pero en lo cuantitativo debe ser más efectiva, reproduciendo lo realizado para alcanzar resultados y aprendiendo de propuestas similares en otras naciones.
Que estos condenables episodios de asesinatos de servidores públicos sirvan para recalcar la urgencia que debería movilizar a todos los venezolanos al respecto.
Pruebas de paz
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, solicitó a las Fuerzas Armadas de Colombia (Farc) pruebas de su manifestada voluntad de paz, señalando que el país las reclama y que la legalidad debería ser el próximo escenario de esta agrupación.
Tras más de dos años de diálogos de paz, las Farc atacaron nuevamente al ejército recientemente, con un saldo de once muertos y veinte heridos, por lo cual el gobierno reanudó los bombardeos contra la organización guerrillera.
Ante la reanudación del enfrentamiento armado, Santos aclaró que el enfrentar con decisión la situación, no puede hacer olvidar que “la guerra no es la solución”, lo cual debería ser el colofón de este nuevo y amargo impasse.
Tensiones entre Chile y Bolivia
Las contundentes declaraciones de la presidente de Chile, Michelle Bachelet, han encendido en la opinión pública internacional una nueva edición de la antigua disputa entre Chile y Bolivia por una salida al mar para este último país, perdida en una guerra entre ambas naciones en el siglo XIX.
Bolivia acudió a la Corte Internacional para solicitar nuevamente esa salida, un hecho que, para el gobierno chileno estaba definido ya en La Haya. Las fronteras actuales fueron definidas en 1904 y la Haya no puede intervenir en disputas territoriales previas a 1948, según el alegato chileno, que apunta que va a defender el statu quo actual, mientras el gobierno boliviano asegura que respetará lo que decida La Haya.
La basura electrónica
La tecnología, que trae libertad y progreso, también está generando un grave problema al planeta: la basura electrónica, lo cual no es más que los componentes obsoletos que se van desechando y que comprende desde monitores hasta celulares. El volumen de estos componentes desechados hizo que el 2014 cerrara con más de 40 millones de toneladas de basura electrónica.
No solamente está el problema de sus componentes contaminantes del ambiente, sin un asunto económico, al desecharse componentes que tienen un valor y que bien podrían ser reciclados. Se estima que actualmente se generan casi 6 kilos de basura electrónica por habitante en el planeta.
David Uzcátegui
Foto: Archivo / La Voz