Según denuncian los afectos, que prefirieron mantenerse en anonimato, lo malandros les envían a sus locales papeles con un número de teléfono para acordar la cantidad y la forma de pago
La inseguridad es un mal del que no escapa el venezolano, en especial en las zonas populares, donde se cometen la mayoría de los delitos en el país. En sectores como Filas de Mariche, municipio Sucre, se denuncia constantemente la acción de la delincuencia, que ha llevado a los comerciantes de la localidad a pagar vacuna.
“Al principio eran solo los negocios grandes a los que le cobraban vacuna, pero ahora hasta los puestos más pequeños los tienen a monte, a mi esposo, que tiene un tallercito le cobran”, dijo una residente de Mariche que, por miedo a las posibles represalias, prefirió reservarse su nombre. “Un vecino nuestros decidió cerrar su negocio y trabajar desde su casa porque no puede seguir trabajando para los malandros”.
Según relatan las víctimas, los antisociales les envían un papel con el número de teléfono al cual deben llamar para acordar la cifra y la forma de pago.
Asimismo, aseguran que los conductores de camiones cisterna también son extorsionados. “Cada que cargan agua le cobran 200 bolívares”, dijo un habitante de la localidad. “Vamos a llegar al punto que hasta nos van a cobrar vacuna hasta en la puerta de nuestras casas”.
Delincuencia desatada
“Filas de Mariche se ha vuelto demasiado insegura, uno anda con el corazón en la boca cuando va por la calle por aquí de noche”, dijo un habitante del sector, que no quiso publicar su nombre. “Un amigo mío estaba comiendo en un restaurante y apenas al salir le apuntaron con una pistola, le quitaron la cartera, el teléfono y por poco no le quitan el carro también”.
Denuncias que se añaden a las hechas por transportistas, quienes alegan sufrir constantes robos en sus unidades, así como de sus pasajeros, quienes son despojados de sus pertenencias.
“Hemos hechos denuncias, protestas, tranca de vías, de todo, para que las autoridades se pongan manos a la obra para solventar este problema”, dijo un dirigente comunitario de la zona. “Pero nadie parece hacernos caso”.
Luís Guillermo Valera / lvalera@diariolvoz.net