La presidenta Dilma Rousseff había enviado una carta a su contraparte de Indonesia, en la que le reiteró su llamado para que la pena de muerte de Rodrigo fuera conmutada debido a su condición sicológica.
Rousseff insistió en que la situación del procesado se vio agravada por el sufrimiento debido a la sentencia que se le impuso en los últimos años. «Desafortunadamente, las autoridades indonesias no fueron sensibles a ese llamado humanitario», expresó Rousseff en la misiva.
Esta es la segunda ejecución de un brasileño en Indonesia este año. El pasado 18 de enero, Marco Archer Cardoso Moreira también fue condenado a muerte por un delito relacionado al tráfico de drogas.
El gobierno brasileño dijo en su comunicado que el caso representa “un hecho grave” y deteriora las relaciones entre los dos países, que ya estaban deterioradas desde el mes de enero.
En ese entonces, Brasil retiró a su embajador en Yakarta y, más tarde, Rousseff no recibió las cartas credenciales del nuevo representante indonesio, hecho que llevó a la ruptura de las relaciones bilaterales entre esos países.
Gularte fue arrestado el 31 de julio de 2004. Según la estatal Agencia Brasil de noticias, ingresó en Indonesia con seis kilogramos de cocaína escondidas de una tabla de surf.
133 prisioneros esperan en el corredor de la muerte de Indonesia de los cuales 57 fueron condenados por narcotráfico, dos por terrorismo y el resto por otros delitos.