Este martes, en momentos en que por televisión se emitía un programa político del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), miles de ciudadanos brasileños estallaron en abucheos, cacerolazos y bocinazos para protestar contra esa formación y el propio Gobierno.
“Veo eso de la misma forma que veo cualquier otra manifestación”, dijo hoy Rousseff a periodistas tras un acto público celebrado en el Palacio presidencial de Planalto en Brasilia.
Según Rousseff, el ejercicio del derecho a la protesta “es normal en Brasil” a diferencia de otros países, en los que “manifestaciones con cacerolas o de otras maneras no son consideradas normales”.
Como sostuvo en ocasión de otras protestas realizadas contra su Gobierno, la mandataria insistió en que “se debe respetar siempre la manifestación libre de las personas”, que fue “conquistada a duras penas” por la sociedad brasileña.
La noche de este martes, las cacerolas sonaron en las principales ciudades brasileñas y, en especial, en Río de Janeiro, Sao Paulo, Brasilia, Belo Horizonte, Recife y Porto Alegre, las más pobladas del país.
Durante las protestas también se escucharon gritos pidiendo la salida del PT del poder y la renuncia o destitución de Rousseff, así como otros que tildaban de ladrón al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), antecesor y padrino político de la mandataria.
La manifestación fue similar a la que se escuchó en marzo pasado durante un pronunciamiento de la mandataria transmitido en cadena nacional de radio y televisión.
Tras ese cacerolazo, Rousseff se abstuvo de enviar un mensaje por televisión en ocasión del Día del Internacional del Trabajo el pasado primero de mayo e igualmente prefirió no aparecer en el programa transmitido este martes por el PT.
La mandataria comentó también hoy su decisión de no pronunciarse por televisión el 1 de mayo y aseguró que optó por dirigirse a los brasileños a través de vídeos divulgados por internet.
“Nos pronunciamos a través de un fuerte medio, como es internet”, explicó la presidenta, quien, sin embargo, dijo que también pretende “mantener los mensajes” al país “en todos los medios tradicionales”.
Según recientes encuestas, el apoyo de los ciudadanos a Rousseff está en mínimos históricos, en torno al 13 %, cuando sólo se han cumplido cuatro meses del inicio de su segundo mandato.
La acentuada pérdida de popularidad de la mandataria ha sido atribuida a un ajuste fiscal anunciado por el Gobierno para hacer frente a la grave situación económica y al escándalo de corrupción que se investiga en la empresa estatal Petrobras, entre otros factores.
Por las corruptelas en la petrolera han sido detenidas decenas de personas, entre quienes figura el ahora extesorero del PT Joao Vaccari Neto, quien renunció al cargo el mes pasado, después de ser arrestado. EFE