Sólo un tercio de las momias de animales egipcias contiene lo que se supone que debe contener: los restos completos del animal momificado.
El resto sólo tiene partes del esqueleto o materiales asociados con el animal, como por ejemplo barro, cáscaras de huevo o ramas.
Según explican expertos de la Universidad de Manchester y del Museo de la misma ciudad, en Reino Unido, a cargo de la investigación, esto se debe a que la demanda por estas ofrendas religiosas era tal, que los embalsamadores no llegaban a satisfacer la demanda.