En los puestos de los buhoneros, en la redoma de Petare, se puede conseguir casi todos los artículos de primera necesidad que presentan fallas de abastecimiento en los comercios formales. Hay pañales para niños y adultos, toallas sanitarias, papel higiénico, desodorante, detergente en polvo, lavaplatos, leche, azúcar, harina de maíz y café. Los tienen de diferentes marcas y en distintas presentaciones.
A pesar de que en octubre se publicó en la Gaceta Oficial N° 40526 el decreto 1.348 que limita a los buhoneros vender los artículos regulados, los comerciantes no han dejado de colocar esos productos. Lo que han cambiado es la manera de exhibirlos.
“Antes los ponían de forma más descarada. Tenían de todo sobre los guacales que usan como mesas. Ahora exhiben solo uno o dos presentaciones por producto. Pero cuando uno se acerca a preguntar te buscan en bolsas y te sacan lo que pidas”, afirmó María Guerrero, una de las consumidoras que estaba ayer en la zona.
Rechazó el trabajo de los vendedores informales, pero aseguró que ha tenido que comprarles porque no siempre tiene tiempo para ir a hacer las compras en los supermercados o farmacias formales. “De acuerdo con el terminal de mi cédula de identidad, me toca comprar los jueves. Pero yo trabajo y no puedo pasar el día en cola”, dijo.
El tiempo que invierten los revendedores en las colas s lo que hace que la mercancía sea más cara en los puestos informales, refieren comerciantes informales. Aseguran que a diario son visitados hasta por 15 personas conocidas como “bachaqueros”, que son los que se encargan de hacer las colas en los establecimientos formales para adquirir los productos con los que luego surten los puestos informales.
“Nosotros no tenemos tiempo para ir a hacer las colas. Los que hacemos es que le compramos a los que se dedican a visitar supermercados y farmacias. Son muchas personas, hasta 15 pueden venir en un día. A veces los conocemos, a veces no. Vienen con dos o tres productos escasos y nos los venden para que nosotros los podamos revender”, afirmó Angélica, una de las vendedoras informales de Petare.
Un kilo de leche en polvo, regulado en 70 bolívares se comercializa en 350 bolívares, cinco veces más caro. Un desodorante de barra, que tiene el precio marcado de 17,58 bolívares es vendido 80 y hasta en 100 bolívares. Un paquete de 32 pañales, talla G debería venderse en 136,8 bolívares se consigue en 600 bolívares.