La Juventus de Italia se clasificó a la final de la Liga de Campeones de Europa tras igualar 1-1 en el Santiago Bernabéu con Real Madrid, en el encuentro de vuelta de una de las semifinales, favorecido por la victoria 2-1 en la ida, hace ocho días en Turín, y definirá el certamen con Barcelona, el 6 de junio en el Estadio Olímpico de Berlín.
Real Madrid perdió su última oportunidad de salvar la temporada al empatar 1-1 con la Juventus en la vuelta de la Semifinal de la Champions League, pues el global de 3-2 da el pase a la final a los italianos que se medirán al Barcelona el próximo 6 de junio en Berlín.
Apareció el Madrid del hambre. El que no se rinde. Movido, además, por la necesidad de remontar el 2-1 adverso de la ida. Pero si las ganas de repetir en una final de Champions de los merengues llegaban a límites estratosféricos, la Juve no se quedaba atrás con su deseo de volver a la cita grande después de una década. Y mucho menos se quedaba corto Álvaro Morata, el canterano merengue que puso fin a la campaña merengue en un segundo.
Los bochornosos 35 grados centígrados de una engañosa tarde primaveral recibieron a la Juventus en la capital española como preludio del infierno que viviría en el Santiago Bernabéu, sorprendentemente hermanado y coreando, incluso, al discutido héroe del pasado, Iker Casillas.
En la cancha, el Madrid salió armado hasta los dientes con la ‘BBC’ al completo, con Karim Benzema, a quien se esperaba desde la ida, por fin recuperado y en plena forma pese al mes de actividad. El francés fue una auténtica pesadilla para los centrales Giorgio Chiellini y Leonardo Bonucci, que como podían, sacaban balón tras balón ante las constantes llegadas del francés. Eso, cuando no era Lichtsteiner el que sufría, desbordado en la labor de cubrir las escapadas de Marcelo. Y cuando todo eso fallaba, Gianluigi Buffon volaba para evitar un desastre.
La conexión entre Marcelo, Benzema y James era la que más lata daba a los italianos por banda izquierda y que varias veces exigió al veterano capitán de la Juventus antes de que el mediocampista colombiano consiguiera una oportunidad de oro al ser derribado dentro del área por Chiellini. Decretado el penal, para disgusto de los italianos, Cristiano marcó al 23′ un gol tan necesario como especial.
Ese 1-0 a favor era lo único que necesitaba Madrid para sacar el boleto a Berlín. Pero la Juventus no iba a ceder su ventaja tan fácilmente y teniendo en cuenta que se trata de un rival que ya le ha aguado la fiesta varias veces, el cuadro merengue continuó en busca del segundo. Lo tuvo Ronaldo, que tomó una decisión insólita al ceder el balón a Isco en lugar de disparar desperdiciando así una oportunidad y también Karim Benzema, con un cabezazo que a las manos de Buffon.
La Juventus apenas había dado un aviso en la portería de Iker, que oportunamente atajó vistosamente el disparo raso de Arturo Vidal. Pero la Vecchia Signora, que también tiene lo suyo de temible, no claudicó. Benzema, cada vez más cansado, batallaba para mantener la presión sobre Andrea Pirlo y a Toni Kroos le empezaban a fallar los pases. Hasta en su versión más afinada al Madrid, sin Modric, se le notan a veces las costuras. Comenzaron a perder balones en zonas inconvenientes. Pero aún, la defensa empezó a fallar.
Hasta que poco antes de que el reloj marcara la hora de juego, los centrales tuvieron problemas para despejar un cobro de Pirlo. Pogba, atento, cedió el balón de cabeza para que Álvaro Morata pusiera el del empate con un fuerte disparo desde la frontal.
Iker alcanzó a meter las manos, pero tal era la potencia con que le pegó el exmadridista que el balón prácticamente le rebotó en las manos para meterse en la portería. Fue un amargo despertar para el cuadro merengue, que durante 40 minutos estuvo en Berlín. Inmediatamente Ancelotti ajustó. Benzema, que no aguantaba un minuto más en la cancha, dejó su puesto al talismán Chicharito. Pero de poco sirvió que esta vez el cambio de delantero tuviera el propósito de buscar la remontada -ahora le hacían falta dos goles para avanzar- pues Allegri puso el cerrojo en torno a su portería con un tercer central, Barzagli. Lo hizo sacrificando al legendario mediocampista Andrea Pirlo, venerado hasta en el Bernabéu, que aún abajo en el marcador global con 15 minutos restantes, le dedicó un sonoro aplauso.
Depués sacó a Álvaro Morata, a éste en medio de una sonora rechifla del Bernabéu que le reprochaba así la traición a ese hombre que emigró a Italia buscando la oportunidad que no tuvo en el Real Madrid y que con el tanto que marcó en la que fue su casa puso a los suyos rumbo a Alemania.
Paola Núñez
espndeportes.com