El gobierno de Shinzo Abe aprobó este jueves varios proyectos de ley para extender el papel militar de Japón, oficialmente pacifista, en un momento en que las rivalidades territoriales avivan las tensiones en la región Asia-Pacífico.
El ejecutivo japonés dio el visto bueno a varios proyectos de ley controvertidos que buscan redefinir la política de Defensa del archipiélago, según los medios locales. Abe dará una rueda de prensa para abordar la cuestión.
El primer ministro conservador debería presentar la nueva legislación ante la cámara baja del Parlamento el viernes, pero esta no se aprobará antes de varios meses de debates.
Los proyectos de ley, defendidos por Abe desde su elección en diciembre de 2012, pretenden imponer el principio de la “autodefensa colectiva” que permitirá a las fuerzas armadas japonesas —oficialmente “fuerzas de autodefensa”— respaldar a un aliado, aunque Japón no haya sido víctima de un ataque directo.
Las nuevas reglas estipulan que Tokio tiene derecho de defender a sus aliados si hay “un claro riesgo de que la existencia de Japón y los derechos de su población se vean amenazados por un ataque contra un país con el que mantiene una relación estrecha”, por ejemplo, Estados Unidos.
“La situación de seguridad en torno a nuestro país es muy tensa. Para asegurar la paz y la estabilidad, debemos reforzar la alianza con Estados Unidos y promover la confianza y la cooperación con nuestros aliados en la región”, declaró el portavoz del gobierno, Yoshihide Suga.
El principio de autodefensa colectiva, respaldado por Washington, suscita una fuerte oposición en Japón, donde la opinión pública sigue siendo profundamente antimilitarista.
Los opositores al proyecto consideran que el acuerdo vulnera la Constitución pacifista del país, impuesta por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, y podría arrastrar el archipiélago hacia “una guerra estadounidense”, especialmente en Oriente Medio.
La iniciativa de Abe, un nacionalista, también choca con la oposición de China, que acusa a la derecha japonesa de regresar al pasado militarista.
Tokio y Pekín se disputan la soberanía de islas inhabitadas en el mar de China oriental, a las que Japón llama Senkaku y China Diaoyu.