Una radicalización sin definiciones claras no luce como el camino más aconsejable y, por otra parte, son bien conocidas desde hace muchísimo tiempo las limitaciones del movimiento obrero. Esta es una realidad en torno a la cual nadie se ha hecho ilusiones. Guayana y las otras empresas públicas son su expresión
“A la clase obrera venezolana le falta mucho para asumir la conducción económica de la Patria”. Esta sentencia de Nicolás Maduro en su discurso del primero de mayo no concuerda con los anuncios que se habían realizado días antes en el sentido de una “radicalización de la economía”, lo cual se había prestado a diversas interpretaciones. Tal vez lo que a simple vista es una incongruencia, encuentre su explicación o racionalidad el cuadro más amplio del pulso geopolítico hemisférico, porque no luce como algo improvisado sino como una decisión calculada previamente.
En todo caso, una radicalización sin definiciones claras no luce como el camino más aconsejable y, por otra parte, son bien conocidas desde hace muchísimo tiempo las limitaciones del movimiento obrero. Esta es una realidad en torno a la cual nadie se ha hecho ilusiones. Guayana y las otras empresas públicas son su expresión. Así que es difícil pensar en un salto económico bien sea por la vía de la generalización de las nacionalizaciones o del control obrero. Puede avanzarse con próximas decisiones por este lado, pero no mucho, no hay condiciones para una acción de amplias dimensiones, sino para la extensión progresiva de la participación de los trabajadores en los procesos de producción y distribución.
Así que la economía venezolana -estrangulada por el descenso de los precios del petróleo, la deuda financiera y comercial, la sobrefacturación y los errores en las políticas económicas- continuará por un camino intermedio entre liberalizaciones de hecho de una lado y controles del otro, en particular en lo que se refiere a los procesos de abastecimiento, zona frágil de gran impacto social, hasta lograr nuevos equilibrios macroeconómicos, en términos de convergencia monetaria, precios, disciplina fiscal e incremento de la producción. Un filo de navaja que requiere eficiencia y destrezas.
En este contexto económico, en que se espera una reducción del PIB en torno al 5%, se realizarán las parlamentarias. Del lado de la oposición estarán los problemas de la escasez y la inflación. Del lado del Gobierno jugará la utilización social de las divisas, en particular hacia el último trimestre del año, favoreciendo a las capas más desposeídas con bienes asequibles importados y dándole impulso a la producción de la pequeña y mediana empresa con insumos a tasa preferencial.
En estas circunstancias una convergencia monetaria se hará esperar y los resultados electorales serán cerrados. Lo sensato es crear desde ya las condiciones de estabilidad política que permitan decisiones, luego de las elecciones, que aceleren el cambio en las políticas monetarias y faciliten la creación de un marco más claro para impulsar la producción industrial y agrícola, lo que está en el interés de todos los venezolanos.
Leopoldo Puchi