Una sociedad, integrada por personas trabajadoras y buena, se siente débil y desprotegida por el Estado venezolano, ante la arremetida de grupos delictivos que operan en barrios pobres del país
Con curiosidad he observado, en imágenes de televisión y gráficas de los medios de comunicación impresos, la proyección de la destrucción de armas de fuego, por parte del Estado venezolano. Algunos de estos procesos han sido supervisados por la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz y otras autoridades. El detalle no es el acto como forma sino como fondo, pues la mayoría de las armas destruidas son escopetas, chopos, facsímiles, revólveres y una que otra pistolita, lo cual es positivo, pero el fondo está en que el pesado armamento de los delincuentes del país no es justamente el que ha sido inhabilitado.
Es un hecho vox populi que los hampones poseen potentes armas largas y de calibre pesado como fusiles, FAL, ametralladoras, subametralladoras e incluso, hasta granadas. Y muestra de ello son los ataques que han sufrido comisiones policiales y militares en diferentes zonas del país.
Entonces, me pregunto, si el armamento de los delincuentes es de alto calibre cómo nos muestran un show mediático, sobre todo en las televisoras manejadas por el Gobierno Bolivariano, diciendo que destruyeron unos “jugueticos” y no lo que realmente poseen los sujetos que mantienen en zozobra a una sociedad, integrada por una mayoría que es trabajadora y buena, que se siente débil y desprotegida por el Estado venezolano, ante la arremetida de unos delincuentes armados que operan en los barrios y sectores más pobres de la nación y cuyas acciones perjudican directamente a sus habitantes, quienes en oportunidades deben permanecer hasta 45 minutos y una hora tirados en el piso, esperando que cesen las interminables balaceras que se registran en las adyacencias de sus casas, para evitar ser víctimas de una bala perdida.
Cabe además la interrogante ¿De dónde estos delincuentes obtienen grandes cantidades de municiones que en muchos casos les hacen falta a las policías?…esas mismas policías que fueron “desarmadas” por instrucciones del ex presidente, Hugo Chávez, quien ordenó el retiro de las armas largas en esta instituciones, en las cuales sólo se permite poseer una escopeta por cada 50 hombres,º lo que evidentemente deja a los uniformados en desproporción con los hampones, muchos de ellos nacidos y criados en tiempos de revolución.
Considero que con seriedad, voluntad y responsabilidad, el Estado venezolano debe desarrollar una nueva estrategia para desarmar a estos grupos delictivos y así dar cumplimiento a lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de garantizar la vida, integridad, bienes y la paz de la sociedad venezolana.
Jean Carlos Rodríguez
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