El anuncio de que el próximo año será la última temporada de American Idol de Fox fue toda una sorpresa, pero solamente porque el anuncio debió haberse hecho hace cuatro temporadas. Este no es un programa al que ya se le esté pasando el tiempo. Este es un programa que, hace ya algunos años, ha estado viviendo con tiempo prestado.
Aun así, tienes que darle crédito. Para cuando presente su última temporada de competencias en el 2016, American Idol ya habrá disfrutado de un recorrido de 15 años como un programa de televisión en horario estelar, y la mayor parte de ese tiempo, como la serie dominante en la televisión.
El programa forjó, revivió o mejoró las carreras de varios jueces, empezando con el británico importado Simon Cowell y la exestrella del pop, Paula Abdul. Y también lanzó las carreras de varias estrellas de la música innegablemente populares y talentosas, entre ellos están las ganadoras Kelly Clarkson y Carrie Underwood y los perdedores Jennifer Hudson y Adam Lambert.
Fue Clarkson, cuando empezó American Idol en 2002, quien personificaba el atractivo y el poder de esta nueva serie de concursos musicales, importada y adaptada de la serie Pop Idolde Gran Bretaña.
Ella no era tan atractiva como algunas de las otras cantantes femeninas, e incluso su competidor en la final de la Temporada 1, Justin Guarini, se veía más como un ídolo pop en el molde de las caras bonitas de Davy Jones y Justin Bieber. ¡Pero hombre! ¡Era evidente que podía cantar! Y cuando ella lanzó su primer sencillo,A Moment Like This, después de ganar en septiembre, rápidamente subió hasta llegar a la primera posición en las listas de Billboard.
Fox tuvo un éxito instantáneo en sus manos, y no perdió tiempo para mover el programa del horario de verano y colocarlo en el calor de la batalla dentro de los horarios de las series de televisión, en donde virtualmente se convirtió, casi durante una década, en un gigante invencible. Como suele ser el caso de las cadenas, el éxito fue seguido por la codicia, y American Idol, empezó a comerse la mayor cantidad de horas de televisión, repartidas en tantas noches, como Fox pudo imaginarse.
Ese fue uno de los factores que, en el largo plazo, hizo que la audiencia televisiva se cansara. Pero no fue el único.
Al igual que con la mayoría de los programas de este tipo, la novedad finalmente dio paso a la familiaridad. Una sucesión de jueces de reemplazo alteraron la química del programa (sí, tú, Mariah Carey).
La salida de Cowell, el juez más cáustico y sincero del programa, dañó las medidas en más de un sentido.
Un creciente número de ganadores poco satisfactorios diluyeron la distinción del programa, de los cuales los nueve últimos ganadores resultaron éxitos menos que estelares en el mundo real de la música después de dejar el nido Idol. En realidad: ¿Jordin Sparks? ¿Lee DeWyze? Y el ganador del año pasado, cuyo nombre es… ¿cuál? (Caleb Johnson. Pero entendiste lo que quise decir).
Para que American Idol hubiera continuado trabajando, ganando y dominando, tenía que haber encontrado más ganadores como Clarkson y Underwood… y debería haber encontrado a algunos como Taylor Swift y, sí, Justin Bieber.
La forma en que él se hizo popular después de ser descubierto en YouTube fue un presagio de lo que vendría, lo cual mostró un camino más –que el video en línea y el zumbido de las redes sociales– por el cual los cantantes aspirantes podrían eludir el camino de American Idol hacia la fama.
No existe oportunidad de ganar dinero con las repeticiones deAmerican Idol o con los juegos completos de las temporadas. Las únicas razones que justifican el programa son sus enormes índices de audiencia durante la primera temporada, en especial en el sector demográfico más codiciado de los jóvenes, y por las ventas de discos posteriores de los artistas que descubre.
Sin embargo, a lo largo de esta década, no ha existido ninguna «gran estrella» ganadora de American Idol, y los índices de audiencia han caído en un 10% o más en cada temporada. Lo que es peor, y lo más significativo, es que el sector demográfico se ha venido al suelo de manera aún más drástica. American Idol, el programa que en algún momento atrajo no solamente a una enorme audiencia televisiva sino que a una sorprendentemente joven, ahora está atrayendo en su gran mayoría a un público de mayor edad.
Actualmente, no es el programa de televisión favorito de tu madre… es más probable que sea el de tu abuela. Y la próxima temporada, mientras añaden los trucos para el último año de transmisión a fin de darle al programa una despedida final, Fox podría querer considerar limitar la votación solo a los teléfonos de disco.
Hay otra razón importante para la lenta pero segura desaparición de American Idol: las cadenas rivales que ofrecen una competencia similar.
Ninguno de los otros espectáculos ha mejorado por completo en cuanto a la fórmula, pero el programa The Voice de NBC ha opacado a Idol en cuanto a los índices de audiencia. Aunque este programa también les trae más beneficios a los jueces que a sus concursantes. Todos los jueces en The Voice son ahora estrellas más grandes que cuando comenzó el programa, pero intenta nombrar a uno de los ganadores de The Voice desde su estreno en el 2011. Si lo logras, apuesto a que eres familiar de él.
Sin embargo, lo que The Voice tiene en sus primeras rondas –la emoción del descubrimiento de talento en bruto– fue la característica más fuerte de American Idol, durante todo el tiempo. Ver competir a los concursantes en la televisión en vivo, semana tras semana, mientras que las apuestas aumentaban progresivamente y la tensión era mayor, hicieron de la serie televisiva The $64.000 Question de CBS en 1955, la número uno y, medio siglo después, la fórmula todavía funcionó bien.
Pero todas las cosas, sobre todo en la televisión, tienen un final.
American Idol merece elogios, así como el reconocimiento de que se quedó bastante tiempo disfrutando de la fiesta. Pocas series, como pocas carreras, logran llegar a presumir de haber durado 15 años. Pregúntale al coanfitrión original del primer año de Idol, Brian Dunkleman.