Lo otro que me produce profunda indignación es el reconocimiento, en medio de un control de cambio que ya tiene 12 años, de que existen venezolanos que pueden haber acumulado 60 mil dólares o más para adquirir un vehículo de lujo, cuando el principio fundamental de la asignación de divisas en el control de cambio era para importar y no para ahorrar
Hasta el momento de escribir estas líneas, no se había dado un pronunciamiento claro y determinante sobre toda una serie de declaraciones por parte de actores vinculados a la empresa Ford Motor de Venezuela, que afirman la existencia de un acuerdo con el Ejecutivo Nacional para vender vehículos en dólares.
No dudo que parte de los trabajadores y los dueños de empresa estarán satisfechos porque al final se podrá reactivar la empresa, cosa que sin duda favorece los niveles de producción nacional tan golpeados en estos últimos años. Pero parece que otro sector de trabajadores como consecuencia de una medida como esta, empiezan a reclamar, con justo derecho, que su salario también sea en dólares, sin embargo terminan siendo tan ingenuos que su solicitud no llega a pedir que el sueldo sea en los mismos niveles de las plantas en los Estados Unidos de América.
Si es cierto que lo anterior no es una dolarización formal de nuestra economía, de facto lo es, porque apenas sería el inicio de un efecto dominó que parte del principio de que quien produce, al no tener disponibilidad de dólares para importar la materia prima, entonces puede vender en esta moneda para comprar su insumos y así producir en el país ya que el Estado no le garantiza la divisa.
Si tomamos en cuenta que esto último podría suceder en un muy alto porcentaje de las cosas que consumimos en el país, ya que lo que producimos en su mayoría tiene un importante porcentaje de componentes importados y otro gran porcentaje es totalmente importado, entonces, permitir que Ford Motor lo haga, da carta blanca para que el resto de los sectores económicos del país lo exijan.
En relación con este acuerdo hay muchas cosas que aclarar, entre ellas el cálculo de la contabilidad que pareciera permitir que lo que se importe se haga a precio Sicad y la venta se haga a Simadi, pero en general, lo más dramático de todo este aparente acuerdo es la actitud del gobierno, que con vocerías mediocres, no desmiente ni afirma nada, permitiendo que el experimento siga su ruta hasta lograr la matización de la medida y la posterior normalización del tema.
La estrategia final del gobierno será entonces lograr en una primera etapa que todas las trasnacionales tramiten el retorno de sus inversiones y ganancias a partir de la captación de las divisas circulantes en el país, sin tener que tocar las escasas divisas que ingresan por concepto de la renta petrolera.
Pero lo otro, y más terrible es que un gobierno que se autodenomina “chavista” y dice construir el camino del socialismo, hoy divide a los venezolanos en dos tipos de ciudadano, los que tienen dólares y por tanto tendrán derecho a adquirir algunas cosas que hasta hoy cualquiera, producto de su trabajo, podía pretender acceder, y aquellos que ya no tendrán siquiera el derecho a soñar en comprar cosas que sólo se podrán adquirir en dólares.
Lo otro que me produce profunda indignación es el reconocimiento, en medio de un control de cambio que ya tiene 12 años, de que existen venezolanos que pueden haber acumulado 60 mil dólares o más para adquirir un vehículo de lujo, cuando el principio fundamental de la asignación de divisas en el control de cambio era para importar y no para ahorrar.
Es que ni queriendo ahorrar el cupo Cadivi, ahora Cencoex, cosa que supuestamente es imposible, ni siquiera un “raspacupo” pudo llegar a tal cifra en 12 años por las cuotas asignadas. Entonces hoy, nuestro gobierno “chavista”, ante la denuncia de desfalco a la nación hecha por Marea Socialista de más de 259 mil millones de dólares en estos últimos 15 años, lo que permite es legitimar los capitales o, quizás dejando de lado los malos pensamientos, el gobierno ha logrado un sistema de repatriación de capitales genial, y nosotros no lo hemos entendido así.
Esto al final es más sencillo de lo que parece: No hay divisas, y lo lamentable es que al final de todo, quien termina pagando la crisis es el que vive de su trabajo. Por esto, estoy seguro que debemos impedir que esto suceda, y menos si no nos hablan claro, asumiendo que somos unos pendejos, y esto no sólo va con el gobierno, sino con la oposición que no dice nada, y por el contrario, aplaude una medida absolutamente neoliberal como esta: “Caimanes del mismo pozo”.
Nicmer Evans | Aporrea.org