Cobijado en un monasterio budista de Katmandú, Nima Lama agarra su rosario y recuerda a su familia perdida en la avalancha de rocas y hielo provocada por el terremoto de hace un mes.
Su mujer y sus padres figuran entre los cientos de víctimas de una enorme avalancha que arrasó el valle de Langtang, un lugar muy visitado por los aficionados al senderismo, tras el terremoto de magnitud 7,8 ocurrido el 25 de abril.
“Fue como si hubiera explotado una bomba. Me refugié detrás de una roca mientras por el lado caían piedras”, recuerda este guía de 35 años, mientras los monjes entonan oraciones para los difuntos.
Más de 8.600 personas perdieron la vida tras el sismo principal, al cual siguió una violenta réplica el 12 de mayo. Cerca de medio millón de viviendas fueron destruidas.
La avalancha destruyó el acceso al circuito de senderismo de Langtang, que daba trabajo a cientos de habitantes de la zona. Los dos cafés construidos por Lama también fueron arrasados.
El valle, conocido por su belleza, se convirtió en un cementerio y el pueblo de Langtang quedó enterrado bajo las piedras y el hielo.
Lama se unió a los soldados y a los otros habitantes para remover los escombros en busca de supervivientes y de víctimas. Más de 500 personas de los pueblos aledaños tuvieron que ser evacuadas.
“Fue como si alguien lo barriera todo con una escoba. Cuando caminaba no podía decir dónde estaba, todo había sido enterrado”, dijo Lama, que sobrevivió porque estaba en una aldea cercana el día del sismo.
“No podemos solos”
Los riesgos de deslizamientos de terreno tras las réplicas obligaron a miles de supervivientes a abandonar sus casas.
Lama, qui vive junto a otros habitantes del pueblo en un centro de refugiados en la capital del país, no puede volver, mientras las autoridades no descarten el riesgo de otras avalanchas.
El coordinador humanitario de la ONU para Nepal, Jamie McGoldrick, advirtió que el tiempo está contado para entregar ayuda a los supervivientes antes de la llegada del monzón.
Los expertos temen que la destrucción de las cosechas, de los sistemas de irrigación y la muerte del ganado puedan provocar una escalada de los precios de los alimentos.
“Con la llegada del monzón, es probable que se rompan las cadenas de aprovisionamiento debido a los deslizamientos de terreno”, informó en su blog el Banco Asiático de Desarrollo (BAD).
Según Chandan Sapkota, economista del BAD en Nepal, el crecimiento podría caer a 3,8%, frente al 5,2% de 2014, debido a la caída de la producción agrícola y la menor llegada de turistas.
Nepal, donde el presupuesto anual es de 6.400 millones de dólares, necesitará recibir asistencia durante un tiempo largo, estima McGoldrick.
Para los supervivientes como Lama, esta ayuda es crucial.
“Todos somos una voz, queremos volver a nuestra aldea. Pero ya no tenemos nada y no podemos efectuar solos la reconstrucción”, explica.
Fuente: AFP