Todas las encuestas revelan que la Unidad duplica y hasta triplica al oficialismo en intención de voto de cara a las elecciones parlamentarias, lo que revela no solo que el régimen sigue en caída libre en materia de respaldo popular sino además que la Unidad ha logrado capitalizar parte importante de ese descontento hasta transformarlo en intención de voto por el cambio
Hace 8 meses y 5 cinco días, un 23 de septiembre de 2014, los partidos que integran la Unidad Democrática nos pidieron ayuda. Nos solicitaron que asumiéramos la Secretaría Ejecutiva de la Unidad Democrática. La alianza experimentaba entonces una situación muy complicada: Desencuentros entre distintas fuerzas habían originado enfrentamientos muy duros. Tras siete meses de desencuentros, se produce la renuncia del Secretario Ejecutivo de la alianza, el 30 de julio de ese año. Nueve semanas tardó la alianza para ponerse de acuerdo y escoger, con aceptación unánime, un nuevo vocero. Empezó entonces un arduo trabajo en dos frentes: la reconstrucción de la confianza interna, y el relanzamiento de la esperanza de cambio hacia el país.
“¡No hay negociación,
hay Constitución!”
Han pasado ocho meses desde entonces. Lo hecho en ese lapso seguramente no es óptimo, ni siquiera suficiente. Pero algunos logros son relevantes, porque son de todos: En diciembre la oposición se opuso en bloque, sin fisuras, a la maniobra de confiscación de los poderes públicos realizada por la mayoría oficialista de la Asamblea Naciona.
Cuando muchos especulaban sobre “negociaciones secretas”, “maniobras de trastienda”, “agendas ocultas” y divisiones disimuladas, finalmente la bancada de la unidad opositora se opuso siempre, votación tras votación, a la violación de la Constitución, dando una demostración sólida de unidad y haciendo algo más importante: Sentando el precedente que permitirá a la próxima Asamblea Nacional con mayoría democrática relegitimar esos poderes respetando el procedimiento establecido en la Constitución Nacional, dándole al país una Contraloría que controle, una Defensoría que defienda, una Fiscalía que fiscalice, un Consejo Nacional Electoral que organice elecciones de manera confiable y un Tribunal Supremo que administre justicia independiente. Todo eso es un logro de aquel momento en que la Secretaría Ejecutiva de la Unidad dijo en voz clara y alta: “¡Aquí no hay negociación, aquí hay Constitución!”, expresando el parecer de todos los miembros de la alianza.
Todos unidos
el 23 de enero
Luego, el 23 de enero de 2015, en el aniversario del derrocamiento de la penúltima dictadura, hubo otro logro colectivo relevante: la dirigencia opositora, que desde los sucesos de febrero-mayo del 2014 no había logrado mostrarse unida ante el país, lo hizo y en grande: todos los líderes, todas las organizaciones, se presentaron juntos ante el país en un acto en que presentaron un documento que mostró una visión compartida de la crisis y los trazos gruesos de un proyecto de país alternativo. Allí estuvieron Henrique Capriles y Antonio Ledezma, María Corina Machado y Julio Borges, Delsa Solorzano y Freddy Guevara en representación de Leopoldo López, entre muchos otros destacados dirigentes de la esperanza democrática. Nuevamente quedaron decepcionados quienes apostaban a la división. Pudo más el empeño unitario que los malos augurios.
En las primarias el
pueblo desafió al miedo
Así llegamos a la jornada del 17M, las muy exitosas elecciones primarias de la oposición venezolana. Prácticamente desde su anuncio, las primarias opositoras fueron víctima de un bombardeo inclemente: “Chucutas, insuficientes”, decían algunos, pretendiendo ignorar que en 2010 se hicieron primarias en 16 circuitos y que en 2015 se hicieron en 37; “allí no va a votar nadie”, profetizaron otros, pensando que la hegemonía comunicacional del régimen y la amenazante presencia de las captahuellas alejaría a los electores de las urnas. Cuando ya muchos, en el gobierno y no sólo allí, estaban listos para “festejar” lo que esperaban sería un “fracaso”, resulta que el pueblo acudió en forma masiva, protagonizando una jornada estelar, desafiando al miedo y a la desesperanza aprendida, colocando la asistencia a estos comicios internos en una cifra cercana a los 600 mil electores, muchísimos mas que los 316 mil que acudieron a las primarias legislativas opositoras de 2010.
El escenario: ¿Unidad
o pugnas por liderazgo?
Este rápido repaso de adonde venimos debe servir para ilustrar hacia adonde vamos. El éxito interno de las primarias se ve acompañado por el éxito externo en las encuestas y sondeos de opinión: Todas las encuestas revelan que la Unidad duplica y hasta triplica al oficialismo en intención de voto de cara a las elecciones parlamentarias, lo que revela no solo que el régimen sigue en caída libre en materia de respaldo popular sino además que la Unidad, con un discurso que privilegia la construcción de empatía con los sectores sociales golpeados por la crisis económica y la inseguridad, ha logrado capitalizar parte importante de ese descontento hasta transformarlo en intención de voto por el cambio. La oportunidad de victoria, entonces, está allí. Toca ahora a los factores que integran a la Unidad Democrática, a toda la ciudadanía opositora, decidir qué hacer con ella: Si actuamos responsable y unitariamente, y convertimos la posibilidad de victoria en victoria cierta, o si una vez más fracturamos la unidad y nos desgastamos en inútiles pugnas por el liderazgo, perdiendo de esa manera una oportunidad de victoria que parece evidente.
La unidad es obligatoria
En efecto, las opciones que tiene la oposición democrática por delante son claras: O retrocedemos al camino de enfrentamientos internos que desde febrero hasta septiembre de 2014 nos condujo a la derrota y la división, o continuamos y fortalecemos el camino unitario que desde el 23 de septiembre de 2014 hasta el 17 de mayo de 2015 nos condujo al fortalecimiento de la Unidad y a ser reconocidos por el país como una fuerza política y social con una clara posibilidad de victoria.
Tal y como culmina el más reciente comunicado de la Secretaria Ejecutiva de la Unidad, “Los éxitos que hemos obtenido han sido frutos de la unidad de acción, palabra y obra; Unidad en el diseño de la estrategia y en la instrumentación de la táctica, unidad de idea y lucha, unidad de voto y calle. Hoy, cuando el régimen corrupto, ineficiente y totalitario está en el fondo del desprestigio y el rechazo popular, quienes integramos la Unidad Democrática tenemos el deber de estar a la altura del mandato que hace apenas días nos dieron más de medio millón de venezolanos: El cambio es urgente, el camino es electoral y la Unidad es obligatoria. El régimen intenta revivir la polarización política para tratar de reagrupar sus perdidos seguidores; los demócratas debemos poner de relieve la polarización social, pues la única división real que hay en Venezuela es entre la mayoría que es víctima de la crisis y el régimen para el que la crisis es un criminal negocio. Sigamos juntos, fortaleciendo la UNIDAD DE LOS DEMÓCRATAS para que esta sea capaz de capaz de convocar, articular y movilizar la UNIDAD NACIONAL”. ¡Palante!
Aquí lo que
importa es el país
Aquí lo que está en juego no es “el liderazgo de la oposición”, sino el Poder. Aquí lo que importa al país no es dilucidar quien es el primer o segundo partido de la oposición, sino que esos y todos los demás partidos hoy opositores se transformen en partidos de gobierno. Para eso es necesario derrotar al régimen, para derrotar al régimen es indispensable estar unidos, y para estar unidos es fundamental respetar las reglas del juego: las decisiones se toman por unanimidad, consenso o amplia mayoría, se consultan entre todos y entre todos se ejecutan. Cada integrante de la alianza tiene derecho a desarrollar iniciativas particulares, siempre y cuando estén enmarcadas en la política general de la Unidad. Nadie tiene derecho a imponer sus iniciativas particulares al resto del conjunto. Son reglas sencillas, claras. Pero de ellas depende la victoria
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Jesús Chúo Torrealba*
Twitter: @chuotorrealba
* Secretario Ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática