Miguel Cabrera, Pablo Sandoval, Marco Scútaro, Félix Hernández, Johan Santana y Omar Vizquel fueron los grandes protagonistas de una espectacular temporada 2012 del contingente criollo en las grandes ligas
Primer juego de la Serie Mundial. En segunda corre Omar Infante, en primera Miguel Cabrera. Rolata por tercera, fildea Pablo Sandoval, que lanza a segunda, donde cubre Marco Scútaro y se cumple el cierre de la entrada.
Cuatro venezolanos involucrados en el lance. Imagen de lo que, para el beisbol de este país, significó su presencia, en la temporada 2012 de grandes ligas. Una gestión espectacular, que tuvo muchos representantes destacados, entre los cuales se llevaron los mayores honores el triplecoronado Cabrera, los MVP Pablo y Scútaro y los lanzadores de juego perfecto y no hit no run, Félix Hernández y Johan Santana, junto al campo corto Omar Vizquel, que coronó su 24a. campaña al más alto nivel.
Las ejecutorias de Aníbal Sánchez y Bob Abreu. De Rafael Betancourt y Grégor Blanco. El segundo Guante de Oro de Carlos González. Martín Prado, Miguel Montero, Elvis Andrus, Alexis Escobar, Asdrúbal Cabrera, Jesús Montero, Félix Dubront, Joulyhs Chacín…Una larga lista de peloteros que dieron mucho que hablar. Y el mejor balance criollo desde que Alejandro «Patón» Carrasquel abrió el camino hace más de 60 años.
Tormento de lanzadores
Desde el inicio Cabrera apuntó a una temporada sensacional. Tenía que serlo, pues las proyecciones insinuaban un camino a mejorar todas sus marcas. Que ya eran de superestrella.
Por consistencia, pelearía otra vez el título de bateo. La contundencia vislumbraba pasar el tope de jonrones. Y, como se confirmaba el acierto de Detroit al contratar a Prince Fielder -bateaba mucho, empujaba carreras y «protegía» los turnos del venezolano-, comenzó a hablarse de triple corona. Paralelamente, Mike Trout construía una campaña sensacional. Y ello generaba debate sobre el Más Valioso. Total, Cabrera estaba era permanente centro de atención.
El final: .330 para retener el título de bateo, 44 cuadrangulares y 139 empujadas convierten al de Maracay en primero con la triple corona desde 1967. Y, detalle significativo: es el primer latinoamericano con semejante galardón.
Estamos ante el mejor bateador del momento. Lo avalan sus cifras que, compiladas en las tres últimas temporadas, le hacen líder en average (.334), Slugging (.605), Obp (.420) y Ops (1026), segundo en cuadrangulares (112). Ya recibió el premio Hank Aaron. Solo le falta el MVP.
«No-han no-no»
El primero de junio entró en la historia de los Mets y del Citi Field. Porque ese día Johan Santana logró lo que ningún lanzador en el medio siglo de la franquicia: un juego sin hits ni carreras. Venía de blanquear a los Padres de San Diego. Y entonces vivió lo que definiría como «la mejor sensación de mi vida».
Dos veces «Cy Young» (2004 y 2006), fue operado en el hombro. Y quedó la duda de si podría ser el mismo luego de una larga rehabilitación. Pero sí. Cuando completó su envío 134, strike cantado para ponchar a David Freese (MVP de la Serie Mundial 2011), se convirtió en el primero de los Mets en lograr un no hit no run en los 51 años de la divisa. 5 boletos y 8 ponches, con tres rollings y 7 elevados. ¡Ni siquiera el gran Nolan Ryan, quien vistió ese uniforme, pudo conseguirlo!
27.069 aficionados en Citi Field gozaron el 8-0 sobre San Luis y aclamaron al tovareño, que tras el último lanzamiento, su strike 77 del día, estaba rubricando una trayectoria notable. Al mismo tiempo, era el cuarto venezolano con la hazaña, emulando a Wilson Álvarez (1991), Aníbal Sánchez (2006) y Carlos Zambrano (2008).
«No-han no-no» selló para la historia la página web de los Mets.
Corona para el rey
Expectativa en Seattle el 15 de agosto. Desmond Jennings ponchado al iniciar el noveno inning. Otro Jeff Keeping cedía el segundo out con rolling por tercera y Félix Hernández no había permitido que se le embasaran.
Entonces enfrentó a Sean Rodríguez, que peleó su turno y llegó a 2-2. Un cambio, y el duodécimo ponchado por El Rey marcaba el primer juego perfecto en la historia de Seattle y de los Marineros. Apenas ¡el vigésimo terc ero en más de un siglo de grandes ligas!
«Gracias a Dios y a los fanáticos» fueron casi las únicas palabras que pudo expresar el valenciano de 26 años luego de ser abrazado por sus compañeros. Había buscado logrado la hazaña anhelada por todo lanzador, un punto de oro en una gran trayectoria, en un juego que se decidió 1-0 (carrera impulsada por su cotérraneo Jesús Montero). Fue uno de los grandes momentos del año. Prueba de cómo «puso la bola donde quería» fueron 77 de sus 113 envíos en la zona de strike. Además de los doce ponchados, 8 no pudieron sacar la pelota del cuadro y 5 cumplieron su trámite con elevados.
El «Cy Young» de 2010 terminó con 13-9 en 232.0 entradas, 5 juegos completos y 5 blanqueadas, 223 ponchados. Pero nada como ese inolvidable juego perfecto, segundo -como latinoamericano-, después del nica Dennis Martínez (1991).
El último boleto
Al salir de Boston, era difícil pensar en una Serie Mundial. Fildeador para 3 posiciones, buen manejo del bate- pasó desapercibido cuando, el 28 de julio, los Gigantes lo adqurieron de Colorado.
Para esa fecha los Dodgers «le roncaban» a San Francisco, que tenía un juego de ventaja. La llegada de Scútaro, sin embargo, estabilizó el cuadro interior, su experiencia equilibró algunas falencias.
Su gran explosión fue en la serie de campeonato, donde su equipo produjo la gran recuperación, una seguidilla de 4 juegos, y sacó a los Cardenales. El yaracuyano no solo fue importante a la defensiva: su bateo inspiró la remontada. Quedaron para la historia sus números: .500, con 14 hits, 2 bases, 6 anotadas y 4 empujadas y un cierre monumental: 3 hits y un boleto en el séptimo juego, cabeza de playa en el decisivo 9-0. Cinco juegos con por lo menos una remolcada, 10 con por lo menos un hit, para igualar en los Gigantes una marca de Cody Ross y de Alvin Dark. Nada más justo que el MVP, galardón que, entre venezolanos, habían logrado en la Liga Nacional solo Jesús Marcano Trillo (Filadelfia,1980) y Eduardo Pérez (Atlanta, 1999).
Fue simbólico que el out 27 del último juego, en medio de la lluvia, cayera en el guante de quien, a punto de cumplir 37 (nació el 30 de octubre) logró el anhelo de una Serie Mundial.Y en plan de figura.
Sandoval: otro MVP
Sandoval siempre está en el candelero. Por su potencial. Por el sobrepeso. Hasta le excluyeron del roster para la Serie Mundial hace 2 años. Y por la amenaza que representa con el bate.
Ya había demostrado coraje, además de talento. En San Francisco siguieron contando con él, y él siguió dando palo. Este año hizo cosas buenas, en tercera y al bate. Y remató en la Serie Mundial con el premio al Más Valioso porque su ofensiva resultó determinante. Por su efecto sobre la pizarra y sobre el factor sicológico.
Cuando «El Panda» comenzó pegándole un jonrón a Justin Verlander, su carisma levantó oleadas de aprecio. Con el segundo, que puso al derecho de los Tigres -uno de los grandes lanzadores de la actualidad- a expresar en lenguaje corporal un «no entiendo nada», Sandoval ponía proa al título. Y liquidó con el tercero -cuando los narradores evocaban a los únicos con 3 cuadrangualres en juegos de serie mundial-, otro estacazo descomunal, a 400 pies, que puso a temblar las defensas físicas y anímicas de Detroit.
8 hits en 16 turnos para .500, 4 empujadas, lo convirtieron en el primer venezolano MVP de una Serie Mundial. Había dejado para la historia esos tres jonrones, algo exclusivo con Babe Ruth -Babe Ruth, El Bambino, hay que repetirlo-, Reggie Jackson, «Mr.Octubre» y Alberto Pujols.
Rumbo a Cooperstown
El último día de la temporada, mientras Cabrera culminaba su hazaña, en Toronto se vivía una mezcla de alegría y tristeza. No importaba tanto el resultado, pues la nostalgia invadía el ambiente. Las grandes ligas estaban despidiendo a quien, 24 años después del debut, estaba «colgando los ganchos».
Omar Vizquel pegaba su hit 2.877 y se ubicaba 39o. de la historia, sobre Mel Ott y luego de superar nada menos que a Babe Ruth. Facetas de una ofensiva que no fue lo mejor de quien, a los 45, se convertía en el más longevo en muchos aspectos del juego.
Muchas cifras avalan su trayectoria, tal los .985 como shortstop con 11.960 lances, 4.098 outs, 7.679 asistencias y 1.734 doble matanzas, con solo 183 errores. Algo así como una media de 7 por año. 11 Guantes de Oro, 8 en Cleveland, 2 en San Francisco y 1 en Seattle, donde inicio su andadura en abril de 1989.
Talento, amor al juego, voluntad, perseverancia, llegó a los 45 activo en el más alto nivel. Y en millones de mentes queda su facilidad para lo difícil, sus fildeos hacia adelante para tomar la pelota con la mano descubierta y «matar» en primera con preciso disparo. «Como Vizquel», dicen los aficionados cuando alguien intenta algo similar, porque fue su «marca de fábrica».
La historia del gran año del beisbol venezolano tiene que incluir ese instante memorable en que estuvieron en acción, por última vez, las «manos de seda» de Omar Vizquel.
Armando Naranjo
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