El ser humano nace libre y bueno pero su conducta psicosocial depende de los senderos del buen camino.
Cesáreo José Espinal Vásquez—cjev@cantv.net
En la escuela municipal “J.J, Martínez Mata” del pueblo donde nací, Carúpano, y estudié la primaria con mis maestras insignes por innata vocación, Prudencia Vera, Aracelis Fierro y los maestros ejemplares Bor y Tenorio, fueron inolvidables guías por senderos del buen camino. Es esa escuela, cuyo director era el maestro Alcalá, compartíamos pupitres todas las clases sociales, ricos y pobres, hijos de pescadores, artesanos, obreros, agricultores y comerciantes, hijos de corsos, turcos, españoles, italianos y de carupaneros. Éramos una misma familia. Hijos de bodegueros, de emigrantes, de campesinos, comerciantes y de toda actividad, la mayoría exitosos, pero fundamentalmente ciudadanos honorables Existe un dicho: “árbol que nace torcido nunca su tronco endereza”, lo considero, muy poco optimista, porque a los árboles se le ponen horquetas, se guían sus ramas y darán buenos frutos y en los niños, mediante disciplina y buena conducta psicosocial a tiempo, por lo menos antes de los doce años de edad. En aquella época los escolares debíamos tener una boleta en la que el maestro nos calificaba la conducta, la aplicación y el aseo y debía ser devuelta con la firma del padre, madre o representante. Se exigía tener buena conducta, no solo en el ámbito de la escuela, sino afuera, en la calle y en el hogar. Los padres hacían seguimientos a sus hijos. Por otra parte, tan importante como la boleta escolar, era el certificado de salud en la que era obligatorio ir a la Unidad Sanitaria para las vacunas contra viruelas, etc. Todo este procedimiento a nivel escolar era tan normal que se hacía sin remordimiento, ni pesar y ni odio. Hoy, en este siglo 21, las noticias de crímenes, robos y comportamientos violentos de jóvenes entre 20 y 30 años de edad, tienen a la sociedad en estado de neurosis colectiva, no existe seguridad personal y de bienes, se asesina hasta para quitarle los zapatos a la víctima, pero si fuera poco, en autobuses entran delincuentes y les piden “decentemente a los pasajeros una colaboración porque acaban de salir de la cárcel y no tienen trabajo y su único medio de vida, es robar”. Es de urgencia la aplicación de tres aspectos fundamentales para la prevención del delito: 1) instrucción cívica (senderos del buen camino); 2) el padrón de vecinos y 3) el certificado de conducta psicosocial, obligatorio a partir de los siete años de edad, vigente cada dos años, exigible en centros docentes y para todas la actividades, por lo que es preferible construir centros de reeducación social que cárceles, siendo necesario se legisle con voluntad de Estado, sobre estos factores de orden público que sin lugar a dudas contribuiría a la seguridad y paz de la sociedad y en especial, con la aplicación del certificado de conducta psicosocial.