Se han cometido innumerables errores a lo largo de nuestra historia, entre los más destacables es la desatención a nuestras principales necesidades de educación y trabajo, probablemente el último párrafo del Artículo 3 de nuestra carta magna sea el más determinante, señala que son justamente estas dos herramientas los medios para alcanzar los objetivos del Estado plasmados constitucionalmente.
Todos los países de la región, quienes en comparación con Venezuela hace dos décadas poseían menor calidad de vida, ostentan hoy día un desarrollo integral superior al nuestro, economías como Ecuador, Bolivia y Paraguay se encuentran disfrutando los beneficios de una inflación de un dígito bajo, sin problemas de escasez, ni la consecuente inseguridad. Venezuela, que viene de disfrutar del boom petrolero más prolongado y alto de la historia, en todo ese tiempo ha visto reducir pavorosamente su nivel de vida, las importaciones tienen mucho que ver.
Esas naciones anteriormente señaladas, más Chile y Brasil, han incrementado su calidad de vida basadas en sus capacidades productivas, creadoras, en el respeto a ello; sí un producto foráneo pretende entrar a esas economías pero también es producido internamente es pechado con impuestos a manera de proteger el esfuerzo nacional, todo esto redunda en un crecimiento económico traducible en empleos formales, poder adquisitivo, pleno abastecimiento, mínima inflación e inseguridad. Así mismo, las universidades en esos países son centros auspiciadores de ciencia y tecnología que posteriormente se aplican a las diversas actividades de producción.
La banca pública y privada tienen como principal función el apoyo crediticio a las pequeñas, medianas y grandes empresas, todo esto es posible de la mano de una institucionalidad pública decidida a resguardar los derechos de los productores, trabajadores y consumidores.
En Venezuela ocurre lo contrario, observamos como las alianzas políticas internacionales han ido en desmedro de la muy golpeada economía nacional, productos del agro importados tienen menor precio que los productos hechos aquí, las conversaciones entre productores nacionales y el gobierno se encuentran permanentemente en estado de tensión, estériles, con excesivos controles impuestos unilateralmente. Por si fuera poco, las universidades nacionales operan con presupuestos cada vez más insuficientes, con infraestructuras deterioradas, sin insumos necesarios y un personal docente subpagado ¿Cómo es posible avanzar con este escenario tan contraproducente? Educación y Trabajo, nunca nos cansaremos de repetir que en esa llave se encuentra la panacea a la Venezuela insegura, improductiva, petróleodependiente.
Hasta que la prioridad no sea el trabajo del venezolano, sin más condicionantes que su capacidad y talento, y una educación moderna, correctamente ponderada, respetuosa del pensamiento humano, seguiremos viviendo de maravillosas cifras y estadísticas oficiales que en nada se parece a la Venezuela que sobrevivimos en la calle.
Lic. Leandro Rodríguez Linárez