El teatrero Johnny Gavlovski escribió y montó la pieza “Orquesta de señoritas en Macuto” donde glosa etapas de la historia venezolana
Johnny Gavlovski, mientras se sometía a complejas terapias para curarse de una compleja enfermedad, se dedicó a escribir y después montar la comedia “Orquesta de señoritas en Macuto”, la cual se mostró en el Festival de Teatro Interclubes 2015 en representación del Centro Social Cultural y Deportivo Hebraica.
Gavlovski, utilizando algunas declaraciones que le dio al periódico de la comunidad hebraica, comenta que el Nuevo Grupo de Teatro de Hebraica viene abordando temas dramáticos a través de obras difíciles, densas, como: “La cocina”, “Animales feroces”, “La escalera de Jacob”, “Dios al otro lado del mar”. Amén de ejercicios dramáticos con obras de Shakespeare y Arthur Miller. “Hacer ahora una comedia es un reto que se imponía. Sacó a los miembros del grupo de una zona de confort y esa es la idea en el aprendizaje de un actor: crecer a partir de nuevos retos. Obviamente, la situación que actualmente atraviesa el país ayuda a esta elección. Necesitamos no sólo aprender sino reír, relajarnos después del ajetreo del día a día; y «Orquesta de señoritas en Macuto» ofrecía esto. Relax, música, diversión. Amén de encontrarse con unos personajes totalmente hilarantes… un poco locos quizás”.
“Cuartos bates» del teatro
-¿Qué la hizo ambientarla en los años 40?
-Si apartamos lo trágico de esa época, cosa difícil, los ’40 a nivel de estética tiene cosas muy importantes y atractivas. A nivel histórico, hay una Venezuela que despierta a otra forma de vivir. Hay una inmigración que llega de europeos y cambia el día a día, genera un impacto. Además, no es sólo los ´40. Es específicamente la incursión de los submarinos nazis a las costas venezolanas y el hundimiento de seis barcos tanqueros. Un episodio del que poco se habla, amén de otro, que ya veníamos tocando en nuestro montaje anterior Dios al otro lado del mar pero esa es una de las sorpresas de la obra. Igual, el equipo técnico de la obra se dejó seducir rápido por esta época. Un equipo técnico de lujo con Cristina Amaral de Feldman, en el movimiento corporal, Harold Vargas en la música, Ghislaine Latorraca en la realización de vestuario, Andrés Vásquez y Morella Bajini y Carla Belozercovsky en la producción y Oscar Briceño Curiel en la dirección de arte (vestuario y escenografía). La mayoría de ellos son «cuartos bates» en el teatro profesional a nivel nacional e internacional.
Inspiración
-¿En qué se inspiró para escribirla?
-La base fue la obra «Orquesta de señoritas» de Jean Anouil; pero pronto los recuerdos del nacimiento de nuestra comunidad que me contaba mi madre y mi abuela, le dieron un vuelco a la estructura de la obra. En su honor dejé como contexto el Hotel Miramar de Macuto, donde mis padres tuvieron su luna de miel; y lo aderecé con anécdotas de mí siempre recordado Oscar Yánez. Luego fue tejer la obra a partir de mis actores, cosa que hubiera imposible sin la intervención de Oscar Briceño, nuestro director de arte, quien, con su herencia judía como descendiente de curazaleños, supo darle un vuelco a la historia. Debo reconocer que esta obra debiera ser firmada en coautoría. Sería lo más sensato pero él repite “zapatero a sus zapatos”. Gracias a todo esto, pudimos tejer a los actores, personajes que sabíamos serían un reto para ellos: Alegría Benzaquen, Etty Mizrahi, Irene Russo, la debutante Debbie Milgram (toda una sorpresa), Morella Lustgarten, Karen Glikfeld, Jacques Biggio, Nissim Cojocaru, Abraham Jalfon y Hillel Potasnick. La «creme de la creme» de nuestros actores comunitarios. El resultado, una obra diferente, divertida, que no tenía nada que ver con nuestra propuesta inicial.
-¿Qué le ofrece esta nueva propuesta teatral al público?
-¡Conocer nuestras raíces! ¡Más nada! ¡Y ya es mucho! Son cuadros de un momento de nuestra historia. Por momento nostálgica por su estética, por momentos, romántica con su música… y eso sí, divertida. Muy divertida.
-¿Qué quisiera como autor/director que el público recordara al salir de la obra?
-Que la recordaran como un momento grato. Donde pudieron divertirse y dejar las preocupaciones lejos… Ah, y que las ocurrencias de los personajes y sus canciones se les «pegue» como a nosotros día a día.
Evolución artística
-¿Cómo ve al Nuevo Grupo de Teatro Hebraica? ¿Ha habido evolución?
-No puedo decir que ellos crecieron conmigo. Hemos crecido todos, aprendiendo unos de otros desde el arte. Poniendo el cuerpo y el alma durante los ensayos. Exponiéndose… Eso no es fácil… Y ellos han asumido este reto con tremenda valentía y dignidad. La gente que va al teatro no puede olvidar que lo que ven es un producto final. Nosotros venimos trabajando para este montaje desde octubre 2014.
-¿Cómo escoge en ellos a sus personajes? ¿Cada uno le da una clave para que identifique en ellos a sus creaciones?
-Como dije antes, los conozco…o mejor dicho, creo conocerlos. Prefiero decirte así…No quiero perder la capacidad de sorpresa. De hecho, para «Orquesta de señoritas en Macuto» todos me han sorprendido. Yo traje una propuesta, pero cada uno de ellos se las coloco en su cuerpo, y como si se hiciera un vestido, trataron de buscar que estilo y talla les quedaba mejor. No es nada fácil. A veces eso cuesta meses. Y yo, como escritor tomo eso, y escribo, borro, reescribo, borro, reescribo, borro… Ellos se desesperan por el texto final. Yo me divierto viendo como el momento de la magia aparece y de pronto: Ahí la obra está naciendo.
Futuro
Gavlovski reitera que le gusta como van las cosas con el teatro de la comunidad hebrea. “Tener el apoyo de Hebraica da seguridad tremenda. Saber que back stage siempre está Dita Cohen para un consejo, un apoyo, una sonrisa, es importante también… Y el grupo en sí mismo. Ellos son presente y futuro. Mi idea es que de allí salgan dramaturgos, escenógrafos, directores, nuevos actores que aseguren el futuro del arte teatral en nuestra comunidad. Pero ese futuro será sólo posible si hay un público. Eso es importante que todos lo sepan. Teatro existe mientras las butacas estén llenas esperando se abra el telón”
EL ESPECTADOR
E.A. Moreno-Uribe
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