El crucifijo tallado sobre una hoz y un martillo –tallado por el sacerdote jesuita español Luis Espinal Camps, que fue torturado y asesinado por paramilitares en La Paz en 1980 por denunciar la violencia política en el país- que el presidente Evo Morales, regaló a Francisco provocó críticas de opositores que consideraron el obsequio como algo «vergonzoso» que sorprendió al sumo pontífice. «Creo que ha generado una reacción adversa del papa. La expresión del papa (al recibir el regalo) lo dice todo y eso también está circulando por el mundo», dijo el legislador opositor Bernard Gutiérrez. En Santa Cruz de la Sierra, en su primera misa, Francisco condenó la “cultura del descarte y consumismo en Bolivia”.
Tras soportar bajas temperaturas en los últimos días, e incluso un calador frío matinal, el sol volvió a salir en Santa Cruz de la Sierra, sobre las cabezas de más de 1 millón de fieles -según la Iglesia- que se agolparon en la plaza del Cristo Redentor, a cuyos pies Francisco celebró una multitudinaria misa.
«Jesús nos sigue diciendo en esta plaza: ‘Sí, basta de descartes'», clamó el papa argentino tras criticar la «lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, de consumo, todo negociable».
Francisco condenó también la lógica que excluye «a todos aquellos que no producen» y no ofrecen resultados, sólo porque «no nos dan los números, no nos cierran las cuentas».
«No es necesario que nadie se vaya. Basta de descartes, denles ustedes de comer», agregó el papa, que inauguró el V Congreso Eucarístico Nacional y pidió una vez más: «no se olviden de rezar por mí».
Francisco, quien sorteó el miércoles la altura de La Paz durante su primer día de visita en Bolivia, elogió las políticas sociales del país, que en los últimos años ha registrado un crecimiento económico superior al de sus pares en la región.
«Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país», dijo el pontífice de 78 años, a quien extirparon parte de un pulmón en su juventud, y que soportó sin mayores contratiempos la altitud de 4.000 metros de El Alto, ciudad colindante a La Paz, antes de viajar a Santa Cruz.
Emoción andina
En su homilía, pronunciada por primera vez ante miles de indígenas de varias etnias bolivianas, quechuas y aimaras, que llegaron de distintas regiones del país, Francisco habló de los olvidados y descartados del mundo, en particular de las mujeres, que «cargan sobre sus hombros (…) las injusticias que no parecen detenerse».
«Cargan sobre sí el gozo y el dolor de una tierra. Ustedes llevan sobre sí la memoria de un pueblo», reconoció al mencionar a las poblaciones con una historia antigua. Algunas peticiones fueron leídas en lenguas nativas como el quechua.
Las palabras de Francisco emocionaron a los fieles, con una mayoría de mujeres que no pudieron contener las lágrimas. Banderas del Vaticano y de Bolivia ondeaban en la plaza. Familias enteras, madres amamantando a sus bebés y cientos de niños hacían fila para conseguir algún recuerdo de la visita.
«Bárbaro el mensaje, como nunca, le llega el mensaje al alma de uno», dijo Héctor Roca, uno de los fieles que estuvo desde temprano en la plaza.
Cientos de jóvenes elevaban sus smartphones para tratar de capturar una imagen de Francisco, quien se retiró de la misa en el papamóvil, repartiendo bendiciones. Luego sostendrá una reunión con obispos y autoridades religiosas.
El obispo de Roma arribó la noche del miércoles a Santa Cruz, procedente de La Paz, y a bordo del papamóvil recorrió el Cambódromo -un parque utilizado para celebraciones de carnaval- donde los fieles lo aguardaron.
«Fueron cuatro kilómetros repletos de personas», aseguró el padre Hugo Ara, miembro de la comisión de comunicación para la visita del pontífice.
El papa Francisco y varios obispos utilizaron como sacristía para cambiarse antes de celebrar la misa el local de una cadena de comida rápida, cercano a la plaza del Cristo Redentor, informó el gerente de la firma en el país.
Francisco pernoctará hasta el viernes en la casa del cardenal Julio Terrazas, arzobispo emérito de Santa Cruz, debido a que no existe una representación pontificia en esta ciudad. AFP