Tras conocerse los resultados en la mayoría de los estados, el primer presidente negro del país superó los 270 votos necesarios en el colegio electoral para asegurarse la victoria frente a su rival republicano Mitt Romney.
Durante su discurso en el Centro de Convenciones de Chicago -sede del comando de la campaña demócrata-, en el que apareció junto a su mujer y sus hijas, Obama dijo que «lo mejor está por venir» en su país. Ante los gritos de sus simpatizantes, que coreaban alegres «¡Cuatro años más!», Obama recalcó la importancia de la unidad de todos los estadounidenses.
En esta ocasión, Obama no se impuso por su oferta de cambio y esperanza. Sin embargo, en su discurso sí habló de esta última: «A pesar de todas las dificultades que hemos tenido (…) nunca he estado tan esperanzado sobre nuestro futuro y les pido que mantengan esa esperanza».
Romney, por su parte, reconoció la derrota y dijo «rezar» por el «éxito» de Obama. «Les deseo lo mejor a todos», agregó el republicano quien aseguró: «Estas elecciones se han acabado pero nuestros principios perdurarán «.
La idea de Obama
En medio de una economía que no ha logrado reactivarse completamente, el mandatario vendió casi la idea contraria: la necesidad de continuar la senda iniciada en 2008.
Es cierto que ha habido cambios -como evidencian las reformas de la salud y del sector financiero y la promoción de los derechos de los homosexuales-, pero no han sido tan profundos y audaces como aspiraban muchos de los que votaron por él.
Obama logró la reelección a pesar de que aquella amplia coalición de sectores progresistas y minorías había expresado desilusión con su gestión, mientras que los independientes criticaban la falta de resultados en la recuperación económica.
Estos cuatro años adicionales que ha logrado Obama en la Casa Blanca prometen redibujar el mapa político en el futuro inmediato.
Mujeres, negros y latinos
Ya en la noche del martes las proyecciones de los resultados daban ganador a Obama en Ohio y Virginia, dos de los tres principales estados «péndulo» de los que muchos analistas decían que dependería la victoria de cualquiera de los dos candidatos.
«Nos hemos levantado, hemos peleado nuestro regreso», dijo el presidente a la multitud de sus simpatizantes en Chicago. Sin embargo, como predijeron las encuestas que hablaban de una competencia reñida, Obama sufrió un retroceso en votos populares y en votos del colegio electoral.
En una primera disección demográfica de los resultados provisionales quedaba claro que el mandatario ganó con el apoyo de una coalición de votantes en la que las mujeres, los negros y los latinos marcaron la diferencia. Sólo entre los mayores de 65 años se impuso Romney, lo que parece señalar un envejecimiento de la base electoral republicana.
El otro bastión conservador lo conforman los hombres blancos, un sector actualmente mayoritario pero que va perdiendo terreno a medida que crecen las minorías hispana, negra o asiática. Los republicanos no han logrado seducir a los ciudadanos de origen hispano, que representan poco más del 10% del electorado pero que es el sector de mayor crecimiento. El 71% votó demócrata esta vez.
Ganó el status quo
Todas estas son señales de un proceso de largo plazo que eventualmente cambiará la manera de hacer política en Estados Unidos.
Paradójicamente, la que ha sido la campaña más cerrada de los últimos años -y la más cara-, en la que se destacó la gran diferencia en las plataformas programáticas de ambos candidatos, terminó dejando un escenario político sin alteraciones. Obama continúa en la presidencia, pero en el Congreso el balance del poder permanece divido con los republicanos controlando la Cámara de Representantes y los demócratas manteniendo su mayoría en el Senado.
Esta distribución, que suele ser una señal de salud en la vida política de las naciones, en los últimos dos años ha demostrado ser dañina para Estados Unidos, en la medida que no ha sido posible alcanzar acuerdos bipartidistas para promover políticas cruciales para la recuperación económica del país.
«No estamos divididos como sugiere nuestra política (…) y unidos seguiremos hacia delante», dijo Obama en su discurso de victoria, reconociendo el problema de la polarización que consume a Washington y que se ha profundizado durante su mandato.
Ante el precipicio fiscal
Ahora el presidente se queda sin la presión de la reelección para completar su agenda política. Pero la división política puede complicarle el juego los próximos cuatro años.
«Puedes reaccionar a una victoria estrecha bajando las velas o puedes decidir ¡qué diablos! Vamos a navegar la tormenta y asegurarnos que esto tenga significado», le dijo al diario The Washington Post Christopher Edley, director de la escuela de leyes de la Universidad de California.
El balance de poder en el Congreso puede implicar la continuación de las dificultades experimentadas en los últimos años en las negociaciones parlamentarias a la hora de decidir temas clave.
Justamente, el actual Congreso -antes de que se incorporen los legisladores elegidos- deberá empezar a considerar qué hacer con el llamado «precipicio fiscal», cuando en enero de 2013 se venzan los recortes de impuestos de la era Bush.
En esa fecha también entrará en vigencia una serie de recortes automáticos si no hay un acuerdo para el manejo del déficit fiscal, como parte del entendimiento alcanzado con los republicanos en 2011 en el que Obama extendió temporalmente la política impositiva de su predecesor.
El presidente quiere que la reducción de impuestos no siga vigente para quienes ganan más de US$250.000 al año, mientras que los republicanos rechazan que se aumenten las tasas y exigen el recorte de programas gubernamentales.
Luego vienen otras inciativas que los seguidores de Obama quisieran ver concretadas, sobre todo la reforma del sistema de inmigración, algo que podrían cobrarle los hispanos al próximo candidato demócrata si el asunto no se resuelve en este segundo periodo presidencial.
Carlos Chirinos /BBC Mundo