Beijing se impuso a Almaty, en Kazajstán.
Solo quedaron en la carrera esas dos ciudades después de que Oslo, Munich y Estocolmo cedieron a la presión pública y decidieron no seguir adelante con los planes para albergar los Juegos de Invierno.
Historial probado
Beijing ya ha demostrado su valía como sede olímpica con éxito, al haber albergado la versión de los Juegos de verano en 2008.
Además, es un destino turístico con la infraestructura para manejar grandes eventos, por lo que resultaba una apuesta segura.
Beijing planea realizar las competiciones de hielo, mientras que las basadas en nieve tendrían lugar en Zhangjiakou, en la provincia de Hebei, 190 kilómetros al noroeste de la capital.
Esta semana las autoridades chinas reiteraron que la contaminación no sería un problema.
«Técnicamente la contaminación se ha reducido y controlado, tenemos siete años más y será el sol y las nubes blancas», dijo Xu Jicheng, subdirector del departamento de prensa y comunicación de Beijing 2022.
Derechos Humanos
El presidente del COI, Thomas Bach, ha destacado que la Carta Olímpica de la tolerancia y la no discriminación se aplicaría a cualquier empresa adjudicataria.
En su Informe Mundial 2014, Human Rights Watch calificó de «pobre» el expediente de Kazajstán, al citar una ofensiva contra la libertad de expresión, los juicios viciados y la tortura en sus cárceles como las principales preocupaciones.
Luego están los problemas con los derechos individuales. El grupo dice que la comunidad LGBT de Kazajstán estaba «viviendo en el miedo», como resultado de las actitudes homófobas generalizadas y la falta de protección del gobierno.
China también tiene cuestiones humanitarias.
Los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 se vieron empañados por los desalojos forzosos y de Human Rights Watch (HRW) recientemente criticó a China por abusos de las fuerzas de seguridad nacionales.
Los activistas también han puesto de relieve lo que dicen es el deterioro de los derechos humanos en el país, con más de 260 ciudadanos chinos detenidos o interrogados en una reciente ofensiva contra opositores del partido, activistas, periodistas y académicos.
«El lema olímpico de ‘más alto, más rápido y más fuerte’ es una descripción perfecta del asalto del gobierno chino sobre la sociedad civil: activistas pacíficos detenidos en un tiempo récord, sujetos a un tratamiento mucho más duro», dijo Sophie Richardson, directora HRW China.