Ford reconoce que no había escuchado sobre el tráfico hasta que Naciones Unidas le pidió que diera una conferencia sobre el tema, hace ocho años. Le desconcertó descubrir las similitudes que hay con su sector.
«Cuando supe que actualmente hay gente bajo esclavitud, realmente no podía imaginarlo», explica. «(Pero) la forma en la que trafican a las personas se compara con la forma en la que reclutábamos modelos en todo el mundo: hablábamos mayormente con mujeres jóvenes, pero también con hombres, sobre las oportunidades para trabajar en Nueva York en el mundo de la moda».
«Claro que el modelaje conlleva fama y otros beneficios, además de un salario muy, muy alto, pero la esperanza de un modelo y el sueño de una vida mejor es la misma que la de un jornalero que viene desde México; tienen la esperanza de dar a su familia una vida mejor… y los involucran con engaños en situaciones que no eran lo que esperaban».
Inspirada en lo que había escuchado, Ford quedó convencida de que podría usar sus talentos para ayudar a quienes descubrieron que mudarse a Estados Unidos no tendría el final feliz que esperaban.
Por eso estableció una fundación, Freedom For All, que busca apoyar a las víctimas de la esclavitud moderna y convencer a las empresas de eliminar la labor forzada de sus cadenas de suministro.
«Sabía que podría hacer algo para ayudar porque tenía un conjunto de conocimientos muy específicos: leyes migratorias, tratar con personas jóvenes que viajan al extranjero para trabajar. Como directora operativa te encargas de todo, así que eso me hizo creer que podría cambiar las cosas: estaba acostumbrada a cambiar las cosas».
Una de las personas a las que Ford ha apoyado es la analista financiera Shandra Woworuntu, quien se mudó a Estados Unidos en busca de trabajo en 1998 luego de perder su empleo en Indonesia. Le pagó a un reclutador 3,000 dólares (unos 48,000 pesos) para que le garantizara un supuesto empleo temporal en un hotel en Chicago.
«Estaba emocionada», cuenta Woworuntu. «Fui a la embajada, saqué mi visa y volé a la ciudad de Nueva York».
Pero una vez que su avión aterrizó, las cosas empezaron a salir mal. El hombre que la recibió en el aeropuerto le dijo que tenía que pasar la noche en Nueva York.
«Me llevó a un sitio y me cambió por dinero», explica. «Me vendieron a cinco traficantes diferentes y entré a la fuerza en el negocio del sexo ese mismo día, en cuestión de tres o cuatro horas».
Woworuntu cuenta que le quitaron su pasaporte y le dijeron que tenía que ganar 30,000 dólares (unos 480,000 pesos) a cambio de su libertad, a un ritmo de 100 dólares por cliente.
Le pusieron el sobrenombre de Candy y la obligaron a trabajar en varios burdeles; dice que escapó dos veces (en una ocasión saltó por la ventana desde un segundo piso) y acudió a la Policía, pero dice que no le creyeron.
Finalmente, luego de dormir en parques peligrosos y de mendigar alimento, un amigo le ayudó y contactó a las autoridades, quienes arrestaron a varios traficantes y rescataron a las demás mujeres.
Ahora, ella trabaja para ayudar a las víctimas de tráfico en Estados Unidos; les brinda capacitación y oportunidades y las empodera para que encuentren empleos y se reintegren a la comunidad.
«Sobrevivir no fue fácil», cuenta. «Pero aprendí algo».
Ford la animó a que compartiera su historia para motivar a otras personas.
«Cada vez que escuchas la historia de un sobreviviente te conmueves», dice Katie Ford. «Es inspirador. Es maravilloso ver el cambio, ver a alguien cuando lo liberan y luego, dos o tres años después, ver cómo salen adelante. Es fantástico».
Ford espera que los casos impactantes como el de Woworuntu fuercen un cambio en el mundo de la moda y en otros sectores afectados por la esclavitud moderna.
«Cada viaje empieza por el primer paso; entre más gente sepa de ello y se interese, pondrán atención. Hoy, si viéramos una persona encadenada a un poste, haríamos algo al respecto, pero en la época del tráfico transatlántico de esclavos, era algo normal. La actitud de la gente cambia, pero tienen que saber qué están viendo».
Aunque cree que hay indicios de progreso, Woworuntu dice que aún le parece frustrante que muchos negocios ignoren deliberadamente los indicios del tráfico.
«En algunos casos, la gente trata de implementar un cambio, pero en otros simplemente no les importa. Piensan: ‘oh, es en el segundo, tercero, cuarto nivel, está muy lejos de donde estoy’, pero en realidad esas ganancias no están lejos de donde están».
Por su parte, Ford dijo que seguirá combatiendo el tráfico de personas: «Hasta que acabe, cosa que espero que pase mientras viva».