Su nombre escribió un capitulo único en la historia argentina. Viva, levantó pasiones y críticas. Muerta, se convirtió en un mito. Con su cuerpo se celebraron sesiones esotéricas secretas, publica abc.es
Fue la abanderada de los más humildes y, al mismo tiempo, la más amada y odiada de la nación. Una inesperada enfermedad truncó, pronto, sus aspiraciones políticas. Evita abrazaría la muerte ignorando que solo descansaría en paz tras un largo periplo. Pero, ¿qué relación guarda con Madrid? Su cuerpo recaló en la capital durante 3 años tras un tormentoso pasado. No es baladí recordar que visitó España en junio de 1947.
Eva Perón es conocida por haber sido una de las personas más influyentes en la historia de Argentina. Fue uno de los rostros más perseverantes en la lucha contra las desigualdades sociales. Se convirtió, con 26 años, en primera dama tras contraer matrimonio con Juan Perón. Solo un fulminante cáncer de útero pudo con «Evita» –tenía 33 años– un 26 de julio de 1952.
Desde ese momento ya no habría paz para su cadáver. Apenas expiró, las manos eminentes del doctor Pedro Ara procedieron a embalsamarla, una obra maestra que le llevó un año. Sin embargo, los antiperonistas pusieron fin al segundo mandato de Perón precipitando su exilio. Pero el cuerpo de Evita se quedó en tierra de nadie. No pasó mucho tiempo hasta que los golpistas triunfantes confirmaron que era su cuerpo real, solo tras extraerle parte del tejido de la oreja izquierda,cortarle un dedo y hacerle varias radiografías. Les llenó de pánico porque podía ser tomado y utilizado como símbolo por el bando peronista para sus fines políticos.
«Operación Evasión»
Por mandato del presidente Aramburu, el cuerpo debía desaparecer. Así –escoltado por sus hombres– el coronel Mori-Koenig, jefe del servicio de inteligencia del ejército, la secuestró la noche del 22 de diciembre de 1955. El doctor Ara tuvo los peores presentimientos. No obstante, la orden de destruirlo nunca fue dada ante el caos absoluto que podría desatarse. Más tarde, Héctor Cabanillas le relevó en el cargo y comandó la «Operación Evasión». Así, en abril de 1957, hicieron pasaron el cuerpo de Evita por el de María Maggi de Magistris, una viuda italiana, y se embarcó en un navío con dirección a Milán. No se habló más de aquel «problema». Los rumores sobre su suerte no hicieron sino crecer así como su leyenda.
En mayo de 1970, jóvenes guerrilleros -llamados montoneros- secuestraron y ejecutaron a Aramburu tras acusarle de haber fusilado a peronistas y de haber hecho desaparecer a Evita. La dictadura militar se tambaleaba y un nuevo caudillo, el general Lanusse, tomaría el mando. Lanusse, en un acto simbólico de amistad, le dio su palabra a Perón, refugiado en España, de que le devolvería el cadáver de su exmujer. Cabanillas volvería así sobre sus pasos.
Rumbo a Madrid
María Maggi de Magistris volvería a llamarse Eva Perón el 3 de septiembre de 1971, fecha en la que llegó a Madrid –concretamente a la residencia de Perón, en Puerta de Hierro, por 3 años– tras un largo periplo por Italia, Francia y la propia España. Sin embargo, el exlíder acusó, tras comprobar su estado, a guardias y marinos de haberse ensañado cruelmente con su cuerpo (varios cortes, nariz destrozada, planta de sus pies cubiertas de brea, sin un dedo de la mano).
Pero, el misterio alrededor de Eva no acabó aquí. Se cuenta que Rega, el hombre de confianza de Perón, celebraba sesiones esotéricas secretas con la tercera esposa de Perón, Isabel, para transmitirle su carisma. El cadáver de Evita no se quedaría en la capital durante mucho tiempo.
En 1976, la Junta Militar de Argentina decidió entregarle el cuerpo a la familia Duarte. Evita descansaba así –19 años más tarde– en Buenos Aires, bajo estrictas normas de seguridad: enterrada a 8 metros de profundidad, en una cripta en el cementerio de La Recoleta.
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Su nombre escribió un capitulo único en la historia argentina. Viva, levantó pasiones y críticas. Muerta, se convirtió en un mito. Con su cuerpo se celebraron sesiones esotéricas secretas, publica abc.es
Fue la abanderada de los más humildes y, al mismo tiempo, la más amada y odiada de la nación. Una inesperada enfermedad truncó, pronto, sus aspiraciones políticas. Evita abrazaría la muerte ignorando que solo descansaría en paz tras un largo periplo. Pero, ¿qué relación guarda con Madrid? Su cuerpo recaló en la capital durante 3 años tras un tormentoso pasado. No es baladí recordar que visitó España en junio de 1947.
Eva Perón es conocida por haber sido una de las personas más influyentes en la historia de Argentina. Fue uno de los rostros más perseverantes en la lucha contra las desigualdades sociales. Se convirtió, con 26 años, en primera dama tras contraer matrimonio con Juan Perón. Solo un fulminante cáncer de útero pudo con «Evita» –tenía 33 años– un 26 de julio de 1952.
Desde ese momento ya no habría paz para su cadáver. Apenas expiró, las manos eminentes del doctor Pedro Ara procedieron a embalsamarla, una obra maestra que le llevó un año. Sin embargo, los antiperonistas pusieron fin al segundo mandato de Perón precipitando su exilio. Pero el cuerpo de Evita se quedó en tierra de nadie. No pasó mucho tiempo hasta que los golpistas triunfantes confirmaron que era su cuerpo real, solo tras extraerle parte del tejido de la oreja izquierda,cortarle un dedo y hacerle varias radiografías. Les llenó de pánico porque podía ser tomado y utilizado como símbolo por el bando peronista para sus fines políticos.
«Operación Evasión»
Por mandato del presidente Aramburu, el cuerpo debía desaparecer. Así –escoltado por sus hombres– el coronel Mori-Koenig, jefe del servicio de inteligencia del ejército, la secuestró la noche del 22 de diciembre de 1955. El doctor Ara tuvo los peores presentimientos. No obstante, la orden de destruirlo nunca fue dada ante el caos absoluto que podría desatarse. Más tarde, Héctor Cabanillas le relevó en el cargo y comandó la «Operación Evasión». Así, en abril de 1957, hicieron pasaron el cuerpo de Evita por el de María Maggi de Magistris, una viuda italiana, y se embarcó en un navío con dirección a Milán. No se habló más de aquel «problema». Los rumores sobre su suerte no hicieron sino crecer así como su leyenda.
En mayo de 1970, jóvenes guerrilleros -llamados montoneros- secuestraron y ejecutaron a Aramburu tras acusarle de haber fusilado a peronistas y de haber hecho desaparecer a Evita. La dictadura militar se tambaleaba y un nuevo caudillo, el general Lanusse, tomaría el mando. Lanusse, en un acto simbólico de amistad, le dio su palabra a Perón, refugiado en España, de que le devolvería el cadáver de su exmujer. Cabanillas volvería así sobre sus pasos.
Rumbo a Madrid
María Maggi de Magistris volvería a llamarse Eva Perón el 3 de septiembre de 1971, fecha en la que llegó a Madrid –concretamente a la residencia de Perón, en Puerta de Hierro, por 3 años– tras un largo periplo por Italia, Francia y la propia España. Sin embargo, el exlíder acusó, tras comprobar su estado, a guardias y marinos de haberse ensañado cruelmente con su cuerpo (varios cortes, nariz destrozada, planta de sus pies cubiertas de brea, sin un dedo de la mano).
Pero, el misterio alrededor de Eva no acabó aquí. Se cuenta que Rega, el hombre de confianza de Perón, celebraba sesiones esotéricas secretas con la tercera esposa de Perón, Isabel, para transmitirle su carisma. El cadáver de Evita no se quedaría en la capital durante mucho tiempo.
En 1976, la Junta Militar de Argentina decidió entregarle el cuerpo a la familia Duarte. Evita descansaba así –19 años más tarde– en Buenos Aires, bajo estrictas normas de seguridad: enterrada a 8 metros de profundidad, en una cripta en el cementerio de La Recoleta.
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