En las Islas del Rosario, un paraíso en el Caribe colombiano, un centro de buceo desarrolla una terapia experiencial para personas con discapacidad, en su mayoría víctimas del conflicto armado, que olvidan entre corales sus limitaciones con la ayuda de la población nativa.
El director de Diving Planet, Andrés Obregón, creó esta experiencia de buceo recreativo para personas con discapacidad, que cuenta con el apoyo de ProColombia, entidad oficial para la promoción de las inversiones, las exportaciones, el turismo y la marca país.
Mediante inmersiones en los veinte puntos de buceo que rodean al Parque Natural de las Islas del Rosario, unas 220 personas con discapacidad, en su mayoría víctimas del conflicto armado que vive Colombia desde hace más de 50 años, han gozado de esta terapia de rehabilitación que les cambia su modo de afrontar la vida.
“Al hacer una actividad como esta, donde pueden ‘volar’ libremente, se dan cuenta no solamente de un disfrute muy grande, de una reconexión con la naturaleza, sino también de que pueden lograr cualquier cosa que se propongan”, explica Obregón.
El caso de Camila (nombre ficticio) es uno de los que más conmovió a los instructores ya que la explosión producida por una mina antipersonal que pisó su padre alcanzó a su hermano y le hizo perder una pierna a ella, una niña cuyo sueño era ser modelo.
La experiencia bajo el agua le cambió de manera radical la actitud que tenía frente a la vida y contribuyó a que pasara ese punto de quiebre para empezar de nuevo.
Diving Planet también trabajó con un grupo de diez niños con espina bífida (malformación congénita del tubo neural) en compañía de sus madres, cabezas de familia. Los padres abandonaron el hogar al saber que su hijo nació con esta minusvalía.
“A pesar de las dificultades, más con las madres que con los niños, logramos ponerlos a todos bajo el agua. La idea era que se encontraran y que las madres vieran a sus hijos ‘volar’”, relata Obregón.
Gracias a un programa de cooperación que tiene ProColombia con el centro holandés para la promoción de las importaciones de los países en desarrollo, propietarios y trabajadores de Diving Planet han recibido capacitación para vender el paquete en la Unión Europea.
“Tenemos un sello internacional de conservación ambiental de arrecifes de coral que hace sentir a los viajeros que están en buenas manos y que además contribuyen a un proceso social y ambiental en Colombia. Todo lo que hacemos de responsabilidad social es muy bien visto por los clientes de Estados Unidos y Europa”, agrega Obregón.
El centro de buceo cuenta también con la aportación de la población nativa de las islas, al darles la oportunidad de dejar sus antiguos trabajos, como la pesca en condiciones precarias o la extracción de arena ilegal, y convertirse en guías de turismo ecológico.
Delio Londoño, de 36 años, soñaba con trabajar entre corales desde niño. “Es indescriptible, es como estar en otro mundo. Descender y empezar a bucear es como que te olvidas de los problemas, estás volando, estás en otra dimensión, es lo máximo”, explica.
Desde hace seis años Londoño trabaja en Diving Planet en calidad de “Divemaster”, título avanzado para supervisar actividades de buceo, lo que le ha permitido construir su propia casa en la isla y vivir sin preocupaciones con su esposa y sus dos hijos, Sofimar y Kevin, de cinco y siete años, respectivamente.
En ese proceso de formación constante recibe clases de inglés para comunicarse a la perfección con los turistas que vienen a bucear.
También forma parte de la plantilla Luis David Contreras, de 23 años, guía de “snorkel” desde 2013, fecha en la dejó de ganarse la vida con trabajos temporales en el sector de la pesca, la construcción o la hostelería.
El joven lleva tres cursos de buceo (aguas abiertas, avanzado y primeros auxilios) y se prepara para convertirse en un “Divemaster” y poder así acompañar a los turistas en la aventura.
El realismo mágico que se vive en los arrecifes de coral de las Islas del Rosario transforma los problemas en retos gracias a la labor social de este centro de buceo que también ofrece a la población nativa trabajos estables y un programa de sostenibilidad.
“Hay personas que llegan con la mirada apagada y salen con luz en los ojos, con esperanza, es increíble”, resalta Obregón.