Como sustentó en el reciente documento que publicó la Conferencia de Religiosos y Religiosas, no se ataca al contrabando ni al paramilitarismo, sino a gente pobre. Y eso, para él, es hurgar en la llaga. Callar, por tanto, no es opción.
– En el comunicado, los religiosos y religiosas piden perdón por lo que ocurre en la frontera. ¿No deberían ser otros los que pidan perdón?
– Lo que siento es que uno es ciudadano venezolano y los religiosos nos sentimos venezolanos. Más allá del hecho de que haya sido acción del gobierno, a uno le toca asumir estas situaciones de dolor y era importante para nosotros expresarles a ellos el dolor que sentimos cuando se les ha maltratado. ¿Cómo sacar a una persona de su vivienda y de su vida de la manera en que se les sacó?
Es una cosa que golpea el espíritu de cualquier ser humano, y lo que a uno le produce como miembro de la sociedad venezolana, más allá del tema político, es asumir la actitud de: disculpen este acto, porque avergüenza.
– Sí. Yo siento que la sociedad venezolana en su polarización está huyendo de sí misma al no enfrentar sus verdades y al no trabajar en los hechos.
Creer que atacar el problema de Venezuela es expulsar a hermanos colombianos es huir de nuestros problemas y no darnos cuenta de que el problema es la incapacidad para el diálogo, la incapacidad para producir, la polarización… es decir, son problemas nuestros, no son problemas ajenos.
– Son demasiadas contradicciones y fracturas para una sola sociedad.
– Lamentablemente, eso se expresa en una cantidad de hechos de violencia que van desde la violencia que te consigues en el tránsito, en las colas que se están haciendo, en el sálvese el que pueda, hasta llegar luego a los niveles de la violencia que mata a nuestros jóvenes. En general, es un drama social más sólido que llevamos los venezolanos y que necesitamos resolver como sociedad.
A ellos, también
– Hay una política de silencio por parte de grupos sociales y religiosos que prefieren obviar lo que ocurre. Ante ello, ¿qué debe hacerse?
– Mira, un hecho como éste había que revelarlo y decir una palabra humana de acercar a la gente. No es tomar posición política, sino revelar que afecta a los más pobres. Necesitamos dar una palabra que no sea el simple silencio. Necesitamos hablar, no podemos callarnos: hay que decir lo que está ocurriendo y llamar a cierta humanidad para decir que esto no puede volver a ocurrir.
– Más allá de la razón de Estado, están las personas y sus historias. Hay que entender que la frontera no es una línea: es una oportunidad, y esa frontera, la gente que la habita, es de uno y del otro lado. Muchos de esos colombianos expulsados tienen hijos y nietos venezolanos. No sentir la realidad de la frontera es una injusticia muy grave que separa familias. Hay que abordar el problema de la frontera con un sentido más humano y menos de la posición de Estado.-
– Anunciaron que representantes de los religiosos y religiosas se trasladarán hasta la frontera. ¿Va a servir de algo, dada la actuación del gobierno venezolano?
– El primer objetivo es la misma gente, debo decir. No el gobierno. Queremos estar con ellos, tanto en un lado como del otro y acercarnos con una humilde petición de perdón, porque ellos son las víctimas y los que han sufrido la situación. Ojalá que las autoridades venezolana puedan escuchar este grito y este clamor de humanidad. Quienes han pagado los platos rotos son los pobres. Los vemos en los que cargan neveritas y camitas y las cositas que tienen. ¿Cómo es posible que los más pobres paguen nuestras diatribas?
– Hay una postura: la medida es necesaria porque se está salvando al país de paramilitares y contrabandistas. A los que la mantienen, ¿qué les dice?
– Creo que los que cargaban sus camitas, poca pinta de paramilitares tenían. Los paramilitares manejan una gran cantidad de recursos, y eso no lo denotan las imágenes. Por otro lado, como cristiano, nuestra respuesta es que lo que hiciste con el más pequeño y el más pobre me lo hiciste a mí. Esa es una palabra de Jesús, y tenemos la confianza de que en la medida que haya migrantes buscando refugio y les cerremos la puerta, a quien se la cerramos es al mismo Dios y al corazón humano. Como cristianos nos vemos en la necesidad de decir que vuelva el sentido de solidaridad. Además, si el socialismo significa algo de sentido de solidaridad, esto que hemos visto es lo más contradictorio al sentido de solidaridad humana.
– Una contradicción entre discurso y acción. ¿Se puede afirmar que lo que ocurre en Táchira es una definición del gobierno de hoy?
– Yo creo que es una actuación errónea. Equivocaron el objetivo. Enfrentar a las comunidades pobres y vulnerables es un error. Ojalá haya una rectificación del Gobierno venezolano y entienda que no va a enfrentar al narcotráfico, al paramilitarismo, a la guerrilla (que es parte del problema, aunque nunca la mencionan) y al contrabando enfrentando a los más pobres.
Hay que enfrentar es a los que propician estas situaciones. Creo que todo ese contrabando no es posible habiendo la cantidad de puestos del Ejército y de la Guardia Nacional que controlan la vialidad. Tenemos que revisar la condiciones de nuestra fuerza armada, qué condiciones económicas proponemos para este tipo de situaciones se están generando, no solo hacia Colombia, sino hacia Brasil.No es golpeando a los más pobres que se va a enfrentar el problema.