Académicos colombianos y venezolanos pidieron hoy a los gobiernos de los dos países que dejen de lado la «animosidad recíproca» y enfrenten conjuntamente el «profundo y secular abandono» que se vive en las zonas de la frontera común.
En una carta abierta conjunta, más de una veintena de investigadores afirman que la crisis abierta con el cierre parcial de la frontera decidido el 19 de agosto por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha puesto de manifiesto los «graves problemas que históricamente» han afectado a la zona.
«Esas zonas padecen de un profundo y secular abandono. Su desarrollo es escaso y muy pobre su infraestructura de servicios, abundan la pobreza y la indigencia, las instituciones son débiles, corruptas o inexistentes», sostienen en la carta fechada en Caracas y Bogotá.
Teniendo eso en cuenta, continúan, «no es extraño que se desarrolle allí toda suerte de actividades tanto informales como claramente ilegales», que aprovechan «grupos irregulares de ambos lados y redes de delincuencia y criminalidad organizada e internacional».
Al anunciar el cierre fronterizo, Maduro dijo tomar la decisión para reforzar la lucha contra el contrabando y las acciones de presuntos paramilitares colombianos, algo que, según los académicos, no se soluciona con «ningún esfuerzo unilateral, y menos aún con el recurso exclusivo de la fuerza».
Tras calificar de «totalmente inaceptable» el «atropello y agravio de los indefensos», en alusión a la expulsión de 1.467 colombianos por Venezuela, los expertos alertaron de que una mayor presencia militar en la frontera puede provocar «un incidente inesperado e indeseable» y «marcar para siempre una hostilidad recíproca» que cause un daño «insuperable».
«Por todas estas razones, exigimos a los dos gobiernos que empleen todos los medios eficaces para prevenir o frenar cualquier evento similar», se indica en la carta.
La única solución, a juicio de los académicos, es que ambos Ejecutivos «cooperen estrechamente para comenzar a resolver de una vez los desequilibrios y peligrosas realidades» de la frontera, una tarea que «requiere un esfuerzo mancomunado de largo aliento». EFE