La condena a casi 14 años de cárcel en contra del dirigente opositor Leopoldo López, la máxima pena permitida por la ley por incitar a la violencia en las protestas del año pasado, aumenta la presión sobre Venezuela, un país que navega un medio de una profunda crisis económica hacia unas elecciones parlamentarias que podrían cambiar el panorama político del país sudamericano.
La oposición venezolana deberá hacerle frente a esta sentencia que la deja sin uno de sus principales líderes, quien quedó políticamente inhabilitado y que pone en riesgo la frágil unidad opositora, especialmente entre los sectores más radicales.
Hace dos meses, la oposición padeció otra crisis desatada por la decisión de las autoridades venezolanas de inhabilitar a varias de sus prominentes figuras para las elecciones que se celebrarán el seis de diciembre.
Algunos analistas estiman que existe el riesgo de que con la condena de López, las inhabilitaciones, y la misma crisis económica pueda empujar a algunos sectores más radicales de la oposición a retomar el ciclo de protestas callejeras contra el gobierno, que se vivieron en el país el año pasado, lo que, según Luis Vicente León, Presidente de la encuestadora local Datanálisis, podría convenirle al gobierno pues salió fortalecido políticamente de las manifestaciones en Caracas y otras ciudades del país.
León dijo a The Associated Press que si bien la sentencia contra López podría animar a los sectores más radicales de la oposición, la condena también podría estimular una adhesión más fuerte dentro de la oposición, que perjudicaría al oficialismo.
Pero todo dependerá, dicen los analistas, de su poder de convocatoria.
De las dos facciones opositoras que se oponen al gobierno venezolano, López representa al extremo más radical. Mientras opositores como Henrique Capriles defienden un cambio político a través de las urnas, López llamó a cientos de miles de partidarios de su movimiento a las calles a exigir la renuncia de Maduro en una propuesta llamada «La Salida», que desencadenó numerosas protestas contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, a pocos meses de que iniciara su período presidencial de seis años.
La violencia de las protestas dejó 43 muertos, partidarios y opositores de Maduro por igual.
La postura del gobierno es que Lopez trató de aparentar que arengaba a gente de a pie harta de la delincuencia, la inflación y la escasez generalizada, pero que en realidad se confabuló con estudiantes y con Estados Unidos para derrocar al gobierno.
Las manifestaciones perdieron fuerza con el encarcelamiento de López, las batallas intestinas entre su facción y las de líderes más moderados, lo que ha evitado que la oposición saque provecho del descontento cada vez mayor de la gente con el gobierno ante la caída de la economía venezolana, la fuerte represión de los cuerpos de seguridad y el desgaste natural generado por varios meses de protestas que no tenían un objetivo claro.
Tras el anuncio de la sentencia condenatoria, la mayoría de la dirigencia opositora ha llamado a las bases a mantenerse apegadas a la ruta de las elecciones del seis de diciembre como única alternativa para vencer al oficialismo que, por primera vez en 16 años, enfrenta un alto riesgo de perder la consulta electoral.
Durante las horas previas al juicio final contra López, se vivió una situación de violencia cuando oficialistas y opositores se enfrentaron a golpes en los alrededores del edificio de los tribunales, en el centro de la capital, lo que dejó un saldo de un opositor fallecido y algunos heridos.
Otro de los riesgos que representa la sentencia de López lo constituye el miedo y desmoralización que podría generar especialmente entre la dirigencia opositora que enfrenta ahora un riesgo latente de terminar con una larga condena de cárcel como líder de Voluntad Popular.
Al respecto el dirigente opositor y gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, dijo a la AP que «no nos va a desmoralizar», y sostuvo que la condena de su compañero político sólo representa «un obstáculo más que nos pone el gobierno, y sobre el cual tenemos que salir adelante».
Las principales encuestas locales dan a la oposición en este momento una ventaja de más de veinte puntos porcentuales para ganar las parlamentarias y quitarle al oficialismo el control de la Asamblea Nacional.
Aunque el oficialismo cuenta con una poderosa maquinaria electoral enfrentan un riesgo de perder los comicios de diciembre debido a la pérdida de popularidad que viene padeciendo desde hace varios meses el gobierno de Maduro como consecuencia de la desbordada inflación, severos problemas de escasez de algunos productos básicos y una creciente delincuencia.