Vienen a ser representaciones mentales, creadas por el inconsciente que la mayoría de las veces aparecen en la pubertad para acompañarnos toda nuestra existencia
Las fantasías sexuales varían según cómo haya sido nuestra relación con nuestros cuidadores en la infancia: segura o marcada por el abandono. De igual manera, no son exclusivas de los hombres. Las mujeres también fantasean, aunque son menos directas, pues crean historias en las que hay más detalles que las que imaginan los varones, que tienden a ser más sexuales y atrevidos, menos desinhibidos y gráficos. Por ello, cada género sexual tiene sus fantasías, aunque pueden coincidir en alguna cosa; y dependerán de cómo nos relacionamos en etapas tempranas.
1. Cada apego tiene
su fantasía sexual
Las fantasías sexuales vienen a ser representaciones mentales, creadas por el inconsciente que la mayoría de las veces aparecen en la pubertad para acompañarnos toda nuestra existencia. Se les atribuye el papel terapéutico de servir de herramientas para afrontar las inseguridades que surgen en cualquier relación amorosa, para convertirse en un modo de escape y manera de conseguir la estabilidad.
Asimismo, dependiendo de nuestros lazos afectivos en la infancia, mantendremos las relaciones en un futuro. Existen tres grandes comportamientos:
A) El de las relaciones seguras, son quienes han gozado de una gran protección de sus padres por lo que intentarán tener relaciones estables en la madurez: ellos promueven fantasías en las que la cercanía emocional es válida
B) El de la ansiedad en la relación que sienten aquellos que fueron abandonados en su infancia y temen que eso pueda ocurrir otra vez: tienen fantasías relacionadas con la sumisión a manos de otra persona; y
C) El de quienes por vivir malas experiencias en la infancia sienten que puede ocurrir lo mismo cuando se relacionan sentimentalmente, por lo que huyen del compromiso: se plantean fantasías sexuales en las que la cercanía no es importante, llevan las riendas de una relación marcada por la agresividad y la falta de vínculos emocionales.
2. Lo que fantasean ellas
Una fantasía bien frecuente de las mujeres es tener sexo con un hombre diferente al compañero sentimental, un amor del pasado, alguien que conocen, o quizá alguien que aparece recientemente en sus vidas. Otra cosa con la que pueden soñar las féminas es con tener sexo forzado y ser dominadas, pero sin violencia o dolor.
De igual manera, las mujeres pueden fantasear con hacer el amor con alguien que las considere irresistible, hermosas o deseadas. Sin embargo, por estar en la mente, esas imágenes se mantienen bajo control, sin que perturbe el que no se las haga realidad, hasta ahí todo está bien, porque fantasear resulta terapéutico, además que el tipo de fantasía depende de antiguos lazos fraternos en las primeras edades cuando las necesidades afectivas eran tan necesarias como la protección y la alimentación.
3. Lo que fantasean ellos
A diferencia de las mujeres, las fantasías de los hombres son menos elaboradas, una vez que tienden a ser más sexuales que las femeninas. En un grado mínimo, está tener sexo con otro hombre, por lo que la homosexualidad no se encuentra entre las fantasías frecuentes de ellos ni tampoco en las que suelen crear las mujeres está la de tener sexo con otra mujer, por lo menos en el mundo heterosexual.
La fantasía masculina más común es hacer con su pareja aquello con que han soñado con llevar a cabo en la intimidad. Le sigue a esto disfrutar el acto sexual con una mujer diferente a la esposa, conocida o desconocida. Otra que es frecuente en algunos es tener relaciones sexuales con varias mujeres a la vez; y la que ocupa un tercer lugar, obligar a su compañera a intimidar, sin que eso los convierta en unos violadores en potencia, sino que más bien forma parte de su imaginación que puede ser más prolífera que la femenina.
Una fantasía que comparten los hombres y las mujeres es tener sexo en lugares desconocidos, concurridos, o en los que, de manera consciente, no se tendría una relación sexual, como una plaza pública, el metro, el ascensor, la orilla de una playa, etcétera.
4. De la fantasía a la realidad
En el presente, cuando muchos pretenden vivir relaciones abiertas sin que la conciencia salga a relucir, satisfacer una fantasía sexual puede convertirse en un anhelo realizable, pero, por lo general, fantasear está en nuestra imaginación y sale de ahí cuando buscamos compartir esa imagen con el cónyuge, para darle vida a la relación íntima, y así avivar la pasión después de que los efectos de las sustancias del amor que promueven el acercamiento han bajado sus niveles, lo cual ocurre a partir de los dos de relación.
Del mismo modo, una fantasía sexual sirve para estimular el deseo y la excitación cuando se comparte la experiencia con la pareja. No obstante, si se toma la decisión de llevarla a la realidad, debemos evaluar si puede afectar la unión con la pareja, como cuando se sueña con tener una relación extramarital con alguien que tiene determinados rasgos o fisonomía.
Por lo demás, el mejor momento de los hombres para fantasear es durante la masturbación en la que dan rienda suelta a la imaginación. Para algunas mujeres también puede ser la mejor oportunidad.
Finalmente, puede pasar que cuando se concreta una fantasía en particular puede perder su encanto. En fin, aunque fantasear es inevitable, habrá que preguntarse si se hace realidad hasta qué punto puede afectar nuestra relación conyugal, como también la seguridad, identidad y valores nuestros que nunca deben pasar a un segundo lugar por fantasear. Y, por supuesto, llevar a la realidad esa fantasía tiene riegos que habrá que asumir.
¿Fantasear o no?
*** Definitivamente, es terapéutico tener fantasías sexuales. Mucho más si se comparten con la pareja, para avivar la pasión cuando después de unos cuantos años de convivencia en sus niveles se ve afectada.
*** A pesar de lo anterior, si la fantasía va más allá, hasta poder influir negativamente en la relación conyugal cuando se concreta, es mejor desecharla y priorizar la estabilidad del vínculo
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas