El papa Benedicto XVI emitió este sábado un decreto que crea una nueva academia pontificia para el estudio del latín a fin de elevar interés en el idioma oficial de la Iglesia católica que está en desuso en el mundo.
Benedicto admite en su decreto que el latín ha decaído ya que los futuros sacerdotes solo suelen adquirir un conocimiento «superficial» del latín en sus seminarios. La nueva academia promoverá el latín por medio de conferencias, publicaciones e instrucción en escuelas, universidades y seminarios católicos, afirmó.
Como era de esperar, el decreto y sus fundamentos están escritos en latín.
La medida es una nueva evidencia del intento del pontífice por restablecer las raíces tradicionales de la Iglesia a medida que lucha para impedir que los fieles se alejen en un mundo cada vez más secularizado. Benedicto ha promovido esta «nueva evangelización» para tratar de reinsertar el cristianismo en la sociedad en partes del mundo donde está siendo desplazado, víctima de la competencia de las iglesias pentecostales y los escándalos de abuso sexual de los religiosos.
La iniciativa también extiende una rama de olivo a los católicos tradicionalistas, quienes desde hace tiempo se lamentan de las reformas modernizadoras del Concilio Vaticano II que reemplazaron la liturgia de la misa en latín por los idiomas vernáculos.
En el 2007, el pontífice aligeró las restricciones para celebrar la antigua misa en latín, una medida que, según sus partidarios, aumentó el interés en el latín y en la liturgia en ese idioma.
Desde que asumió en el 2005, Benedicto ha reintroducido el latín en gran parte de sus celebraciones en el Vaticano. En ese idioma suele entonarse el Evangelio.
El Vaticano sostiene que, aunque pocos fieles católicos comprenden el latín, es un idioma universal que representa la Iglesia universal y no favorece el idioma de un grupo particular sobre otro. Los críticos, en cambio, dicen que el retorno al latín es una nueva indicación de que la Iglesia católica está perdiendo sintonía con el mundo moderno.