Leopoldo Puchi
Miles de personas llegan a los países de la Unión Europea desde África del norte y desde el Medio Oriente. Los hemos visto caminar entre líneas de trenes o amontonados en embarcaciones que zozobran. Un éxodo poblacional que lleva años, pero que ahora ha adquirido una dimensión y formas que han llamado la atención del mundo. La foto de un niño ahogado publicada simultáneamente en los más importantes medios sensibilizó a la opinión y sirvió de argumento para dar acogida a los refugiados.
Ahora bien, se hubiera podido pensar que los gobiernos europeos ante la situación no sólo tomarían medidas humanitarias sino que considerarían la raíz del problema, que tiene mucho que ver con las intervenciones militares de los países miembros de la Otan, y en particular con la destrucción del Estado en Libia, la invasión a Irak, las acciones armadas para derrocar al gobierno sirio y las turbias relaciones de apoyo logístico al llamado Estado Islámico. Pero una reflexión sobre estos hechos no ha tenido lugar y las causas que han provocado el flujo de refugiados siguen intactas. Unos llegan huyendo de la violencia, otros, desde el África empobrecida utilizan las circunstancias para emigrar: ya no hay instituciones en Libia para contenerlos.
El objetivo de las intervenciones de la Otan no ha sido atacar al extremismo islámico, ya que los gobiernos de Irak y Libia eran enemigos de esos movimientos y también lo es el gobierno de Damasco. Tampoco tiene que ver con la democracia o la forma de organización política, puesto que la Otan se entiende bien con gobiernos dictatoriales, como aquellos de los países del Golfo.
Lo que ha ocurrido ha obedecido a lineamientos estratégicos distintos, elaborados una vez finalizada la guerra fría, que plantean como objetivo que todos esos países que estaban fuera del área de influencia de la Otan pasen bajo su control directo, por medio de una recomposición de la región que pudiera incluir la fragmentación de varios de los países que la conforman. La nostalgia del viejo mapa de la época colonial sirve de matriz para las ambiciones de cada Estado europeo.
Aún en este marco explicativo, se hubiera podido esperar que, al ver la inmensa masa de refugiados en su territorio, los gobiernos europeos analizarían detenidamente el asunto, llegarían a la conclusión de que habían cometido un grave error y reconsiderarían los planes de guerra. Pero no ha sido así porque la elite dirigente de esos países ve como inevitable que el esfuerzo por apoderarse del control de esos países tenga sus efectos colaterales. Por lo demás, el sector empresarial considera que el lado positivo del asunto es que se pone a su disposición una mano de obra barata. En este sentido el Ulrich Grillo, líder el empresariado alemán, ha declarado que en razón de la evolución demográfica “aseguramos el crecimiento y la prosperidad con la inmigración”.
En fin, guerra es guerra, con sus respectivos refugiados y sus correspondientes fotos de niños muertos.