Las palabras de Lucas Rincón fueron el comienzo. De ahí en adelante hemos escuchado las explicaciones –cuando las dan- más peregrinas, rocambolescas y fantasiosas. Siempre hay un culpable externo
En Venezuela, la pérdida absoluta de confianza en los servidores públicos se suma a la larga lista de problemas que nos aquejan.
Esta mala racha comenzó cuando Lucas Rincón, Inspector General de la Fuerza Armada Venezolana, en abril de 2002 anunció en cadena nacional:
“Los miembros del Alto Mando Militar de la República Bolivariana de Venezuela deploran los lamentables acontecimientos sucedidos en la ciudad capital en el día de ayer. Ante tales hechos, se le solicitó al señor Presidente de la República la renuncia de su cargo, la cual aceptó.
Los integrantes del Alto Mando ponen sus cargos a la orden los cuales entregaremos a los oficiales que sean designados por las nuevas autoridades”.
Luego regresó Chávez, desmintió a Rincón, pero en vez de darle un castigo ejemplarizante como correspondía, lo premió con una embajada. Muchos piensan todavía que Rincón tiene la renuncia en una caja fuerte y a buen resguardo. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
Pero eso fue solo el comienzo. De ahí en adelante hemos escuchado las explicaciones –cuando las dan- más peregrinas, rocambolescas y fantasiosas. Siempre hay un culpable externo. El gobierno no acepta culpas ni reconoce que se equivocó. Si no es el imperio son los empresarios, si no son los empresarios son los paramilitares, si no son los paramilitares son los pelucones, si no son los pelucones es la derecha, si no es la derecha son las iguanas…
Recientemente tenemos varios tristes ejemplos. El primero fue el decreto para “ejercer soberanía” en aguas que supuestamente están en reclamación con Guyana cuando la Exxon Mobil encontró petróleo. Digo “supuestamente” porque Chávez les había dado permiso para explorar. Y de explorar a explotar hay una sola letra.
¿Para qué iban a explorar si no podían explotar? De repente, Maduro reculó y dejó el asunto en suspenso. Como apuntó Emilio Figueredo: “Llevar los asuntos pendientes de soberanía solo al campo de los mares olvidando los múltiples asuntos no resueltos en materia de demarcación, de cuencas hidrográficas compartidas, y de concesiones y explotaciones de recursos naturales efectuados en zonas bajo reclamación es lo menos que pueda decirse, una hipocresía”. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
El segundo fue el incidente en la frontera colombo-venezolana cuando en una supuesta emboscada resultaron heridos tres militares.
El Gobernador Vielma Mora informó en su cuenta de Twitter que “fueron interceptados por un grupo de irregulares”, pero la versión que ha tomado más fuerza es que esos “irregulares” eran también militares venezolanos. Maduro ordenó cerrar la frontera y de ahí en adelante comenzó la deportación –dura, humillante y violenta, como todas las deportaciones- de ciudadanos colombianos a quienes calificaron de “paramilitares”. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
El tercero fue el siniestro del Sukhoi. Un avión nuevo que se estrelló en circunstancias muy extrañas. La versión oficial, dada por el inefable Walter Martínez es que perseguía un avión cargado de droga y que fue derribado por un misil tierra-aire colombiano, no detectado por los sofisticados radares venezolanos.
Pero la realidad es que no sabemos nada de esos equipos, sus horas de vuelo, sus reportes, accidentes, de su aviónica y a cuál generación de aviones de combate pertenecen. Es muy extraño que se hayan estrellado contra el suelo.
Usualmente un jet comercial tiene como instrumento de vuelo normal “radar altimeters” que miden la distancia sobre la superficie del terreno. ¿Los tienen estos aviones? ¿Se distrajeron los dos tripulantes cuando volaban bajo en una misión nocturna? ¿Realizaron una maniobra nocturna sin conocer los mínimos del área? ¿Como es que aparecieron cerca de Elorza? ¿Había un apagón total? En un avión de combate, un vuelo bajo nocturno es una maniobra básica. No les estaban pidiendo que aterrizaran en un portaviones durante una noche sin luna y con tormentas. Todavía nos preguntamos qué fue lo que sucedió.
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb