Leandro Rodríguez Linárez
El tema de las ideologías en política es complejo, sobre todo porque tiene varias connotaciones dependiendo en qué lado se vivan, sin embargo, las ideologías políticas ¡todas sin excepción! sean de izquierdas, derechas o centros, terminaron por ser una pretendida justificación de un “necesario” atornillamiento en el poder de una élite social, generalmente primero política y luego económica.
Las ideologías han servido de todo, de anzuelo para captar adeptos a través de promesas de un futuro mejor (que jamás llega) y de pretexto, a través de ellas los gobernantes se inventan inagotables excusas para justificar fracasos (y sinvergüencerías). Para el ciudadano común resulta una complejización de lo sencillo, lógico y elemental, un funcionario de Estado, electo por votos o nombramiento, debe ser un trabajador público, solo eso, obligado a rendir frutos, ofrecer resultados, maximizar recursos en aras de la eficiencia, la transparencia, lamentablemente, sí permitimos que las ideologías lo embadurnen nos damos cuenta que ese funcionario público, por ejemplo, pasa ser un “comandante”, un “líder supremo”, un jefe absoluto, una figura de autoridad incuestionable al cual hay que obedecer, esto ocurre en todos los niveles de gobierno. Sí un alcalde, gobernador o presidente son asumidos como lo que realmente son, trabajadores cuyo jefe y autoridad es el pueblo que lo elige, al ser ineficientes, corruptos o ineptos seguramente serán sancionados por ley, al menos destituidos conforme al estamento jurídico, jamás serían reelectos, pero sí torpemente permitimos que las ideologías actúen con su furtiva hechicería sobre estas figuras, tendremos entonces santos súper hombres a los cuales intereses perversos de toda índole sabotean sus gestiones “impolutas”.
Asimismo, las ideologías tienen una doble moral, la realidad de quienes la predican (gobernantes) es radicalmente opuesta a quienes la practican (pueblo), así, observamos cómo naciones “comunistoides” exhiben élites gubernamentales ancladas en el poder desde hace décadas, promulgando igualdad, austeridad, sacrificios a pueblos sumergidos en todo tipos de controles y racionamientos mientras que ellos se deleitan en lujos y comodidades, lo propio en naciones donde el “capitalismo” iza su bandera, los “sacrificios” los paga el pueblo trabajador, los más necesitados.
A todas estas, donde las ideologías cabalgan pululan gobiernos de “izquierdas” que vienen a corregir los desastres de gobiernos de “derechas”, terminando entonces con gobiernos de “derechas” que vienen a corregir los desmanes que dejan gobiernos de “izquierdas” y así sucesivamente… países europeos son un buen ejemplo de ello. En conclusión, las ideologías han resultado ser un ardid muy útil para que unos pocos disfruten de lo que le pertenece a todos. Para aspirar una economía generadora de crecimiento, bienestar, instituciones eficientes, transparentes no se necesitan ideologías, al contrario ¡estorban! lo único que se necesita es un pueblo exigente, que no acepte excusas de gobernantes ineptos ni corruptos.