El jardinero dominicano José Bautista terminó siendo el héroe y Elvis Andrus el villano. Los Astros de Houston soñaron un rato con el jonrón de Luis Valbuena
No era un séptimo juego, sino un quinto. Pero, aunque no fuera una serie mundial, igualmente decisivo. ¿Y quien le dice a los 49.742 aficionados que colmaron el Roger Centre de Toronto que no vivieron su momento cumbre? Algunos –libro en mano- recordaron el cuadrangular de Joe Carter hace 3 décadas-, pero a quienes presenciaron la descomunal conexión de José Bautista (muchos de los cuales no estaban cuando aquella), no les queda duda de que ha sido lo máximo.
Había razones para la locura, cuyo epicentro estuvo en los 53 minutos que duró el séptimo inning (verdadero “lucky seven” para los canadienses), momento de voltear un encuentro que se presentaba complicado, aunque la presión del ambiente era premonitoria. No en balde fue la culminación de algo que solo otros dos equipos han logrado en la historia: levantar una serie luego de perder los dos primeros juegos en casa.
Al venezolano Elvis Andrus le tocó el papel de villano, en una situación muy extraña, por tres errores que permitieron a los Azulejos llenar las bases sin outs. Y el criollo, figura estelar, uno de los mejores campo cortos del beisbol, no solo cometió 2, estuvo involucrado en los 3. Primero no pudo retener un rolling a pesar de entrarle muy bien a la pelota, luego escapó de su guante un mal tiro (piconazo) del inicialista Moreland y para colmo ante un toque fue rápido a cubrir tercera y el disparo de Beltré también se le cayó, para perder otro out forzado.
Para colmo, un globito detrás de segunda no fue bien fildeado por Odor, que no calculó bien el batazo y retrocedió en vez de correr en su busca y terminó en hit imulsor. Todo el escenario preparado (después del error viene el hit, reza el dicho beisbolero, y en este caso eran 3 -o 3 y medio-) para que José Bautista, uno de los jonroneros más consistentes del juego, pegara el estacazo que rebotó en el segundo piso. Alli quedó sellado el encuentro.
En cuanto a Andrus, vale la pena destacar su valentía. Ni se escondió ni buscó excusas. Lamentó, claro, lo sucedido, y confió el sentimiento de su peor día en el beisbol, su dolor por sus compañeros, por el equipo y por la ciudad que tanto han respaldado su talento poco común.
Extraña situación, especialmente por lo repetido. Pero así es el beisbol.
Reales contundentes
El estadio de Kansas enmudeció cuando el criollo José Valbuena, en el segundo inning, pescó un envío de Johnny Cueto y sacó la pelota por la derecha, con Gatti en base por hit, para poner a soñar a los Astros con un pase a la serie de campeonato que culminaría una muy buena campaña.
Sin embargo, fue solo eso: sueño. Porque el lanzador dominicano, una de las últimas adquisiciones de los Reales, justificó plenamente la inversión con uno de sus mejores trabajos. Una joya de pitcheo, sintetizada en 8 ponchados, sin boletos y, después de la agresión de Valbuena, intraficable: 19 retirados en fila, para -ya con ventaja de 7-2- dejarle el noveno episodio a Wade Davis.
Ahora le toca a los de Kansas City defender, ante Toronto, su título de la Liga Americana.
Armando Naranjo
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