Hay casos en los que la relación de amigos se transforma en amor, o por lo menos en ilusión, y a los involucrados aquello les funciona
Mucho se ha dicho sobre la amistad entre un hombre y una mujer. Algunos dicen que es imposible, pues si entre ambos hay atracción no existe posibilidad de una amistad sincera. Otros piensan que sí. Todo depende de la situación, de los miembros de la relación y de la intención que tengan acerca de ella. Algunos optan por el amor de pareja. Otros apuestan a la amistad.
Hay casos en los que la relación de amigos se transforma en amor, o por lo menos en ilusión, y a los involucrados aquello les funciona. Al contrario, existen circunstancias en las que, por variadas razones, terminan priorizando la amistad, y así se mantienen el resto de sus vidas, con la certeza de que uno puede confiar en el otro y contar mutuamente cuando la necesidad inesperadamente les apremie.
A. Una relación de
pareja que preservar
Por razones laborales, Lilian conoció a Sigfrido. Tenían carreras afines y trabajaban en el mismo medio. Él le llevaba diez años a ella. A pesar de que sus trabajos exigían bastante dejándoles poco tiempo libre, los dos buscaban la manera de lucir lo mejor que podían. Y bien lo conseguían. Se mantenían en buena condición física y mostraban una apariencia joven, un atractivo que emanaba del gusto que sentían por lo que hacían, que vale más que aquel encanto que resulta de algunas o muchas horas en un gimnasio o salón de belleza.
Al poco tiempo, nació entre los dos una bonita amistad. Lilian sabía que podía contar con Sigfrido, y él también pensaba lo mismo de ella. Como se comunicaban asertivamente, entre ambos existía afinidad, además de una especial atracción que no dejaban fluir porque tanto la una como el otro tenía una relación de pareja que preservar, y por supuesto respetar.
Lilian estaba casada con Tomás que, aunque no tenía una profesión afín ni trabajaba en el mismo medio que ella, la apoyaba en todo lo que podía, en las cosas más sencillas, como la conducción del hogar, las labores cotidianas, algo que necesitara en su trabajo; en definitiva, él estaba ahí. Y eso ella lo valoraba.
Por su lado, Sigfrido estaba con María Antonia, tenía tres años con ella. Los dos, habían procreado una hija. Aunque no eran el ejemplo de una pareja ideal; y para nada se les aproximaban, se mantenían juntos por la pequeña que los necesitaba.
Tanto Lilian como Sigfrido, cambiaron de trabajo, pero no dejaban de estar en contacto para ayudarse, como también demostrarse afecto mutuo, y alimentar esa amistad sincera que se devengaban, que se fortalecía con el paso del tiempo y que crecía con las adversidades.
B. Juntos a pesar de
los malos entendidos
Aunque no dejaron de mantenerse en contacto, pasaron algunos meses sin verse. Una ocasión el destino los puso uno frente al otro de manera inesperada. Ahí se demostró que esa afinidad que los había convertido en amigos, estaba intacta, o mejor había crecido, para recordarles que siempre conservarían esa amistad a pesar de las diferencias.
Esa tarde compartieron un café y unas cuantas confidencias. Sigfrido alabó lo bien que se veía Lilian quien, en ese momento, lo tomó únicamente como un cumplido. Él no pudo contenerse y coqueteó con ella, aquello se le fue de las manos. Ese día insistió tanto que la confundió. E hizo que, por instantes, Lilian recordara que cuando conoció a Sigfrido le pareció sumamente atractivo y se sintió consternada. No supo qué decir. Las palabras que nunca faltaban, esa tarde se ausentaron.
A los días, aquel malentendido se aclaró. Sigfrido le dijo que no había podido evitar cortejarla, y ella lo entendió. Recuperó la cordura aunque no fue de inmediato. Lo superaron. Y volvieron hacer amigos como antes, porque en todas las relaciones surgen desencuentros pero como el sentimiento es verdadero la amistad nunca termina.
A los meses, se encontraron. Ya habían superado aquella situación que los dos no habían podido controlar. Se trataron con mucho afecto, más allá del que se habían manifestado en todo el tiempo de amistad que tenían, a pesar de que era innegable la atracción, pero la intención de ambos no era una relación de pareja, sino conservar ese lazo afectivo de solidaridad que los había mantenido unidos hasta entonces.
La amistad antes
que atracción
*** La amistad puede estar por encima de todo aunque se dé entre un hombre y una mujer pero necesita de unas condiciones mínimas, tales como:
1) los dos deben tener clara su intención de mantener el lazo afectivo fraternal, y de priorizarlo; por ello niegan la posibilidad de una relación de pareja entre ambos;
2) aunque la atracción esté presente, porque hay mucha afinidad, la condición de vida de ambos los obliga a sopesar otros sentimientos como respeto, solidaridad y efecto fraterno;
3) más vale mantener una amistad auténtica que construir un vínculo transitorio, a menos que los dos estén conscientes de la clase de relación que desean;
4) de manera desinteresada, un buen amigo estará en las buenas y en las malas; a veces las relaciones de pareja pueden durar poco, y una vez que acaban se hace cuesta arriba recuperar la amistad; y
5) los miembros de la relación atraviesan por una circunstancia que los lleva a mantenerse sólo como buenos amigos. Si se cumplen estas condiciones, es posible la amistad entre un hombre y una mujer; y aunque muchos digan lo contrario, se han visto casos que lo dan por sentado.
¿Personas de
diferente sexo
pueden ser amigos?
*** Aunque exista atracción entre ellos, sí lo pueden ser. Siempre y cuando prioricen la amistad antes que nada, lo cual implica descartar la posibilidad de una relación de pareja, dejando cualquier tentación de lado y controlando esa parte animal que hace de la pasión desbordada su lado vulnerable.
*** Todo dependerá de los miembros de la relación, como también de las expectativas que tengan de ella. Hay quienes valoran la fraternidad, la solidaridad, el respeto y todo lo que ofrece una amistad. Por ello, prefieren conservarla que iniciar un vínculo amoroso que pueda no durar
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas