En Venezuela, en el ciclo de danzas de los Sones de Negros o también conocido como Tamunangue, existe la batalla. Este ritual se hace frente a la iglesia cuando San Antonio, el santo que impuso la Iglesia Católica a los esclavizados de la población de El Tocuyo (estado Lara), va a salir del templo
En Venezuela, Trinidad y Colombia, existen danzas de autodefensas que se circunscriben a algunas fiestas tradicionales, donde juegan un papel destacado y que en algunos momentos históricos sirvieron a los esclavizados para protegerse de sus represores.
En España, específicamente en La Mancha, existen danzas como la de “El garrote”, en la que los participantes acompañan a los cantes y coros golpeando los garrotes, pero no tienen las características de la autodefensa. Por otro lado, en Canarias existe el juego del “Palo” o “Palo canario”, que consiste en una confrontación tipo esgrima entre dos hombres. Los palos tienen la clasificación de: Palo pequeño, palo mediano y garrote palo grande.
Las danzas de autodefensas contextualizadas en comunidades afrodescendientes tienen una visión distintas marcada por las formas que se utilizaban los palos para las danzas en el contexto afrosubsahariano.
De los Sones de
Negros al garrote
En Venezuela, en el ciclo de danzas de los Sones de Negros o también conocido como Tamunangue, existe la batalla. Este ritual se hace frente a la iglesia cuando San Antonio, el santo que impuso la Iglesia Católica a los esclavizados de la población de El Tocuyo (estado Lara), va a salir del templo. Frente a él salen dos personas, cada una con garrote en la mano, adornados con los colores amarillo, azul y rojo (los colores de la bandera de Venezuela). Alzan los garrotes, se saludan y luego al compás de la música comienza la batalla, acompañados con instrumentos de cuerda (cuatro, cinco y medio cinco), y el tambor cumaco que van marcando los pasos de los y las bailadoras. Esa escena es conocida también como “garrote figurado”.
Pero fuera del contexto de la fiesta afrocatólica, Sones de Negros en adoración a San Antonio que se celebra todos los 13 de junio de cada año, “El garrote” es un juego danzario de proyección comunitaria que sirve de prácticas de ejercicios físicos y preservar formas de autodefensa personal. Si en la lucha del garrote, unos de lo contrincantes es vencido por su oponente, inmediatamente el derrotado saca un cuchillo para continuar su autodefensa y si pierde otra vez recurre al machete… En Humacaro la habilidad expresada en los ataque permanentes se convierte en un estrategia habilidosa, donde intervienen los cincos sentidos y una alerta permanente del cuerpo, que debe estar en un estado físico excelente, para que el trabajo cotidiano le permita estar en forma.
En “El baile de la hamaca” de la población de San Millán, estado Carabobo, se abre un espacio para la pelea de la veras ejecutadas por los hombres, donde se lanzan a diferentes partes del cuerpo sin llegar tocarse mutuamente. Asimismo, conseguimos en San José Guaribe, estado Guárico, la pelea con vera (una especie de caña amarga fuerte).
De Trinidad y Tobago a Colombia
En Trinidad y Tobago, en el marco del Carnaval, los llamados Batonnier o Stick Fither juegan un papel determinante para la protección de los danzantes en el contexto del carnaval. Esta tradición, hoy casi en extinción, se mantiene en la zona de San Fernando de Trinidad y Tobago.
Esta área fue receptora de migrantes agrícolas del oriente de Venezuela para trabajar en las haciendas de cacao y se les conoce como “Cocopañol”. Tal vez como la tradición de la autodefensa de la vera o los palos estaba muy difundida en Venezuela, no dudamos que esta fuera trasladada por los migrantes orientales venezolanos hasta esa zona de Trinidad
El guía de cada comparsa marchaba al frente cantando arrogantes canciones kalinda sobre sí mismo y sobre las victorias y conquistas de sus seguidores. Las comparsas marchaban en filas y chicaban a menudo con comparsas rivales que casi siempre se negaban a cederles el paso (…) Para la pelea se colocaban en círculo, en cuyo centro se situaba el tambor cuyo lenguaje dirigía la pelea. Los cantantes de kalinda se apoyaban también en un coro encargado de cantar refrán. La música enardecía a los guerreros, mientras los cantantes velaban por que se cumplieran las reglas de juego. Cuando un peleador caía al suelo, no podía ser golpeado por su rival. Si el retador era herido en la cabeza tenía que retirarse de la pelea, escurrir la sangre de la herida en un hueco que con ese fin se hacía en medio del círculo, y estrechar la mano de su vencedor (…) Una vez terminada la pelea, ambas comparsas se retiraban tranquilamente, en busca de nuevas aventuras para la jornada”.
En Colombia, sobre todo en la Costa Atlántica de Palenque a Cartagena de Indias, tierras de cimarrones donde se levantó el gran Benkos Biho, surgieron danzas de autodefensas como “La danza del paloteo de Mangué”, la cual representa el juramento de los soldados que van al combate, asimismo destacamos la danza de los cabildantes de ascendencia africana, la danza del garabato o la muerte”.
La voz de Afroamérica
Jesús “Chucho” García