Los actos terroristas, ocurridos en París, la Ciudad Luz, la pasada semana, y la inseguridad en que vivimos los venezolanos, son actos que condiciona con tristeza al turismo, ya que los visitantes buscan los lugares más seguros para disfrutar sus tiempos de ocio.
Lo de París, no duele nos atormenta, nos aflige, pues seres inocentes, perdieron la vida por acciones de terroristas fanáticos y así como también nos lastima, nos angustia, nos acongoja, nos enluta, nos vulnera, nos quebranta, la muerte de tantos compatriotas inocentes por manos del hampa incontrolada.
Estas acciones están haciendo posible que los visitantes se conmocionen y no visiten los destinos turísticos en donde su vida esté en peligro.
Las autoridades del mundo entero y en especial Venezuela, han rechazado lo acontecido en París, por lo cruento, por lo cruel, por lo inhumano, sanguinario, pero también las autoridades venezolanas, deben con la misma fortaleza y oportunidad rechazar lo que a diario ocurre en el territorio nacional cuando ciudadanos (as) honrados, (as) trabajadores (as) estudiantes, funcionarios policiales, militares, bomberos, son asaltados, secuestrados y asesinados, de manera vil, brutal, atroz, para robarlos, o para cobrar recompensa por secuestros. Los 139 muertos en Paris, y los cientos y pico nuestros en el territorio nacional (en lo que va el mes de noviembre del 2015), deben servir de reflexión a las autoridades, para tomar la mejor de las mejores acciones para combatir al terrorismo en el mundo, que cada día ocupa mayor especio en la sociedad y el batallar en Venezuela, con planes efectivos, eficaces, reales, serios, para minimizar al hampa desabordada, que está conmocionado seriamente a los ciudadanos y ciudadanas, al obligarlos a tener en lo físico un toque de queda permanente y estar en lo afectivo en un estado de angustia, de temor, de miedo, tribulación y de estrés.
Rechazamos por principios las muertes de los inocentes en París, caídos por el terrorismo, como también rechazamos las muertes de los inocentes venezolano, caídos por el hampa y le elevamos nuestras Plegaria a nuestro Dios Todopoderoso, para que los reciba en su santo seno, les dé la paz a sus almas y resignación en esos momentos a sus familiares, deudos y amigos, que con su bondad infinita Él solo puede dar.